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Han pasado un par de meses desde la primera vez que le pusimos las manos encima a la siguiente entrega de Pro Evolution Soccer en São Paulo, Brasil. En aquella ocasión hubo poco tiempo para acoplarse a los muchos cambios que Konami pretendía implementar, pero aun así la sensación de mejoría es tangible. Ahora se presenta la oportunidad de probar el título una vez más para jugar una versión mucho más trabajada, donde están presentes todos los equiposcon uniformes y alineaciones actualizados, así como la nueva modalidad Performance Training, el certamen continental Santander Libertadores y campeonatos de copa para ligas y selecciones nacionales.
De inmediato nos dimos a la tarea de aprender los movimientos y herramientas con las que contaríamos sobre la cancha, aprovechando en esta ocasión el mencionado Performance Training o entrenamiento de rendimiento, en español, que se distingue del entrenamiento libre por la simple razón de incluir las nuevas y complejas maniobras avanzadas, como Dynamic One-Two, Full Manual Shooting o incluso diversos regates, en vez del clásico córner, tiro libre, cobro de penal o partida interescuadras. Como quiera que sea, cada modalidad cumple con su función y, créanos, ambas son necesarias.
Una vez que echamos un vistazo y practicamos cada una de las doce categorías que componen el entrenamiento de rendimiento, saltamos a la Copa Libertadores de América, adoptando para ello a las Chivas Rayadas del Guadalajara como nuestro equipo. Así nos zambullimos en la atmósfera futbolera con todas sus letras. La ya tradicional transición al compás de la Novena Sinfonía de Beethoven aún no estaba lista, pero de cualquier forma, contemplar la entrada de los equipos en la cancha mientras caen papelitos a la cancha, y las narraciones y presentación televisiva supuso una probada más completa y formal de la experiencia de juego que tuvimos en Brasil.
A decir verdad, en términos gráficos las cosas permanecen prácticamente idénticas al año anterior. La iluminación, los rasgos faciales y la expresividad de los jugadores son de primer nivel pero, de momento, no parece que pretendan dar un salto importante.
Algo que sí llamó nuestra atención fue el apartado de los comentarios. En su momento la dupla integrada por Christian Martinoli y Luis García le inyectó frescura al renglón narrativo sobre todo si se le comparaba con la competencia, ahora, después de algunas temporadas, nos damos cuenta de que el guión no explota 100% el desparpajo y peculiar tono narrativo de los cronistas mexicanos. Varias de las líneas son poco creíbles por su extensión y seriedad, sin mencionar que se escuchan excesivamente acartonadas y aportan poco en cuanto a datos interesantes extra-cancha. Veremos si para la entrega final se puede hacer algo por mejorar este detalle, aunque francamente lo dudamos.
Demos paso a lo que acontece sobre el césped, y como advertimos desde la primera vez que probamos el juego, lo que tenemos es una experiencia mucho más versátil en cuanto a movimiento, pero que no por ello sacrifica la dosis de complejidad que siempre la ha distinguido. Entrar en la cancha, empezar a correr, hacer pases y tirar es un ejercicio más intuitivo que nunca. Cosa distinta es intentar sacar provecho de todas las novedades aprendidas durante el Performance Training y que realmente se vuelven necesarias en la medida en la que se enfrentan rivales de mayor categoría. Eso toma tiempo, pero es tremendamente gratificante cuando logras dominarlo.
Luego de acumular varias horas de juego entre São Paulo y este último build, confirmamos que los cambios más trascendentes en cuanto a los enfrentamientos recaen en el adecuado uso de Dynamic One-Two y Deft Touch Dribbling. El primer recurso permite hacer una pared entre dos jugadores, lo que se logra apretando el hombro izquierdo del mando al tiempo que se presiona el botón de pase. Esto pondrá en movimiento al primer jugador para que se le pueda devolver el esférico con ventaja. Sin Dynamic One-Two, resulta innecesariamente difícil superar la última línea de la escuadra rival.
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