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A finales de la década de los 80 e inicios de la de los 90, Disney experimentó un renacimiento. La compañía decidió responder al reto que lanzaron animadores disidentes como Don Bluth y se reconcilió con sus raíces de la edad de oro del dibujo animado (1928-1960), cuando se establecieron los estándares y las técnicas de dicho arte. Además de producciones para la pantalla grande, Disney se dispuso a crear caricaturas de alta calidad para la televisión. Entre ellas, PatoAventuras, una adaptación de los cómics de Rico McPato, fue el programa pionero. Como fruto de ese fenómeno de nostalgia colectiva nació una colaboración entre Capcom y Disney que nos traería 3 de los más disfrutables juegos de plataformas del legendario NES: DuckTales, Chip N Dale: Rescue Rangers y Darkwing Duck.
Creado por el genial caricaturista estadounidense Carl Barks, Rico McPato es considerado por muchos lectores, en particular en Europa, como el mejor y más complejo de los personajes de los cómics de Disney. La obra de Barks, rica por su profundidad, encanto e ironía, ha sido retomada y reconstruida en innumerables ocasiones, en especial por el hábil dibujante Don Rosa, espléndido discípulo y continuador cuya obra, La vida y los tiempos de Rico McPato es, en mi opinión, una de las mejores novelas gráficas de todos los tiempos.
Lo que queremos decir al lector con esta breve recapitulación es que las aventuras de Rico McPato son esencialmente una épica de la nostalgia, un relato de las edades de oro que los hombres viven sin saberlo y que después intentan atrapar por medio del eco conmovido de la memoria. Cualquiera que se haya perdido en la poderosa magia de Barks y de Rosa sabe que detrás de esas historias está uno de los procedimientos esenciales del arte: revisitar con fervor los lugares y las épocas en los que fuimos dichosos.
DuckTales: Remastered, el reciente remake del clásico de las plataformas a cargo de Wayforward es, para un jugador que disfrutó mucho el original, completamente fiel al espíritu que he intentado definir en los párrafos anteriores. El juego es una revisión respetuosa, íntegra y sumamente cuidada del material original que no busca malbaratar un clásico, sino volverlo a articular con las posibilidades que los valores de producción modernos ofrecen.
En primer lugar, el título conserva y mejora las mecánicas del original: como los nostálgicos saben, Rico McPato sólo puede atacar mediante su famoso bastón, ya sea rebotando en él como un pogo o usándolo para lanzar objetos como si se tratara de un palo de golf. Por fortuna, el remake agilizó más la dinámica del bastón (cuyo dominio es esencial para terminar el juego), mediante un botón de acción que reúne sus 2 funciones. Asimismo, las limitaciones de movilidad y flujo del original se solucionaron.
La dinámica del juego es la del género collect-a-thon, en este caso mediante una cacería de tesoros legendarios para incrementar la fortuna personal de Rico McPato. En el original, el incentivo era sacar el mejor final posible, mientras el remake nos presenta galerías de arte, música y otras recompensas (excelentes y llamativas) que podemos comprar con el dinero que reunimos a lo largo del juego.
Además de las escenas del original ―el Amazonas, Transilvania, el Himalaya, las Minas de África y la Luna― el remake ofrece 2 niveles más, uno introductorio y otro final. El diseño de algunos se modificó ligeramente mediante la introducción de nuevos items y pequeñas aventuras, cuya finalidad es ofrecer más variedad. Los jefes, por ejemplo, se mejoraron y son mucho más espectaculares, algo que antes estaba limitado por las características del NES.
Sin duda, el mejor elemento del remake es la presentación, escrupulosamente ejecutada. Los dibujos y animaciones son maravillosos: la batalla contra el jefe de las Minas de África, por ejemplo, tiene una animación absolutamente deslumbrante, con el estilo cuidadoso y detallado del Disney de la era de plata. La actualización gráfica va de la mano con una reconstrucción minuciosa y casi obsesiva del estilo del juego original y de la serie televisiva de los 80. Un aspecto que quizá no guste demasiado a los jugadores con un espíritu más clásico es que los cutscenes son constantes, lo que a veces interfiere con el flujo arcade del original.
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