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PES 2016 me recuerda mucho a la Selección Mexicana de Futbol en sus mejores partidos porque se juega como nunca pero, al final, vuelve a quedar corto. Es decir, la entrega de este año demuestra que la serie va en la dirección correcta ─ésa es la buena noticia─, pero son los mismos defectos de siempre los que le impiden dar ese anhelado paso a la grandeza.
La experiencia, en esencia, es la misma del año pasado. PES 2016 es un juego deportivo convencional, compuesto por modalidades diseñadas para retratar el futbol desde ángulos que van desde las tradicionales carreras —como técnico o jugador (Liga Máster y Ser Una Leyenda)— hasta la joven propuesta, myClub, cuyo cimiento es la microtransacción.
En esta entrega hay algunas acertadas modificaciones. Fuera de la cancha, la más relevante consiste en el rediseño de los menús para Liga Máster y Ser Una Leyenda, que por fin gozan de un aspecto modular contemporáneo y dejan atrás las abotagadas y monótonas listas, así como las cajas de texto. Esto seguramente obedece a la influencia cada vez más pronunciada de los diseñadores europeos que comenzaron a refrescar la experiencia de usuario desde PES 2015.
La entrega de este año demuestra que la serie va en la dirección correcta
Aunque todavía te topas con alguna caja de texto por aquí o por allá, los menús de Liga Máster y Ser una Leyenda se parecen mucho más a los de cualquier juego deportivo de los últimos 5 años, donde un módulo está reservado para noticias, otro para tabla de posiciones, uno más para la estrategia del equipo, etcétera. PES demoró varios años en ponerse al corriente en tendencias de diseño, pero más vale tarde que nunca. Así las cosas, ahora participar en dichas modalidades es una experiencia más ágil e intuitiva. Me hubiera gustado navegar los módulos directamente, en vez de las pestañas superiores, pero luego de años pidiendo una modernización, quedo conforme.
En lo concerniente a mecánicas de juego para las respectivas modalidades, los jugadores suben de nivel en ciertas categorías con el transcurso de la temporada, ya sea en lo individual (Ser una Leyenda) o en lo colectivo (Liga Máster) pero, como ocurría en Madden NFL 15, no queda bien claro cómo opera el sistema de progresión. En el caso de Liga Máster, tu asistente simplemente te avisa, en ocasiones, que equis jugador mejoró en tal área y te deja rascándote la cabeza, y cuando eres “leyenda” hay un menú de mejora con puntos asignables; sin embargo, una vez que los agotas, tampoco es evidente cómo adquirir más, así que la claridad es un aspecto a mejorar.
En cuanto a cinemáticas, PES Productions recicló algunas del año pasado pero también existen nuevas, como las que despliegan cuando entras en la Liga Máster o en Ser una Leyenda, al compás de We Will Rock You de Queen y que valen su peso en oro. La reiteración es inevitable, pero por lo menos el frame rate en estas secuencias se mantiene más estable de lo que percibí en PES 2015.
En términos generales, la presentación mejoró, si no tomas en cuenta que la localización conduce a un exceso en el uso de abreviaturas y, como cada año, existe uno que otro dedazo, lo cual a estas alturas de profesionalización de la industria, me parece extraño. Y ya que estoy en eso, de una vez hablo de la música, que por segundo año consecutivo es, en su mayoría, licenciada y por primera vez la disfruté a plenitud. Aquí aludo a un aspecto subjetivo, pero si eres de los que gusta del indie electrónico, te vas a sentir como en casa. Aunque la selección de temas es escueta y la reiteración hará acto de presencia rápidamente, esto es preferible a escuchar 50 remixes del tema de la Champions y melodías genéricas que carecen de identidad.
Lo que me decepcionó un poco este año fueron los comentarios. Los productores de audio deben soltar un poco más la rienda a García y Martinoli en términos de improvisación. Las líneas se perciben muy inconexas y leídas. Hacen falta comentarios de fondo y anecdóticos que inyecten sustancia al audio. Por otra parte, PES Productions creó líneas de diálogo diseñadas como piezas de LEGO y adaptables para diferentes nombres de jugadores, pero la ejecución es mediocre y el resultado es que el nombre de los futbolistas tiene una entonación totalmente diferente a los diálogos que le anteceden, como si una versión avanzada de Stephen Hawking entrara a narrar el juego. No es un asunto para arrancarse los pelos, pero lo notarás.
Otro cambio fuera de la cancha es el que PES Productions hizo al pizarrón táctico ─muy sutil, pero cuenta─. En PES 2016, te ahorran un paso en el momento de cambiar a un jugador de posición. Si bien recuerdo, en entregas previas existía un menú para hacer sustituciones y otro para ajustar la colocación de un jugador específico, pero esta vez, basta con mantener apretado A o tache (en PlayStation) para mover a ese zaguero, mediocampista o delantero unos metros adelante, atrás; izquierda o derecha. En la medida que lo mueves, el sistema indica claramente cómo afecta el ajuste a su rendimiento, mientras que oprimir una sola vez los mismos botones te deja hacer un cambio y ahora también indica cuáles jugadores en la banca son compatibles con el reemplazo que pretendes efectuar. Estos detalles abonan para refrendar al aparato táctico de PES como el mejor del futbol virtual.
Como modalidad, MyClub también recibió algunas mejoras ─aunque permanece la misma experiencia críptica y poco intuitiva del año pasado─. Ahora, antes de empezar a jugar, te prestan un jugador de alto nivel para que sirva como base en la construcción de tu escuadra y, más importante todavía, tus futbolistas de baja categoría pueden subir de nivel conforme juegas. Es posible sacrificar al típico alcornoque para que mejore a otro futbolista mediante la nueva función de entrenadores que me recordó un poco al Arcane Dust de Hearthstone, donde disuelves cartas que no te sirven para formar otras. En myClub 2016 puedes convertir a un jugador que no te sirve en entrenador de otro y entre más características compartan ambos, más incrementa el nivel del futbolista entrenado. Al final, el entrenador se va de tu equipo. Insisto, comparada con otras modalidades afines, todavía encuentro myClub, excesivamente enrevesado. Aquello de los representantes y los balones me parece un sistema engorroso y poco atractivo; y la interfaz podría ser más clara, pero Konami señaló en E3 que myClub ha funcionado, así que si te gusta, te paso los cambios al costo.
En el frente online, hay poco nuevo bajo el Sol y la oferta general sigue siendo monótona en términos de presentación, y accidentada, en términos de matchmaking, pues incluso con la conexión de la oficina (200 Mb/s) fue común toparse con dificultades para encontrar rivales en myClub y partidas rápidas, incluso sin restricciones de rankeo.
En el frente online, hay poco nuevo bajo el Sol y la oferta general sigue siendo monótona
Y así llegamos al césped de juego. Gráficamente, no noté una mejora brutal como la que atestigüé durante los últimos 2 años. Eso NO significa que el juego luzca mal; de hecho, sigue siendo líder en materia visual cuando de títulos deportivos se trata. Los campos lucen sensacionales; la ambientación es casi perfecta y los gestos de los futbolistas tienen una apariencia fotorrealista. Además, PES Productions implementó una función de celebraciones contextuales para que incidas sobre los festejos de un gol. Por ejemplo, si corres hacia el banderín, el anotador puede recargarse sobre él, pero si te acercas a una cámara, quizá él y el resto del equipo se tomen una foto frente a ella y puedes elegir otros tipos de celebración. Es una novedad menor, pero cuenta. Me queda claro que el salto a FOX Engine es histórico para la serie, como lo mencioné en el repaso por la historia de PES.
Ahora bien, Konami prometió clima dinámico y sí, cuando seleccionas de antemano clima lluvioso, antes de una partida, arranca con lluvia y quizá más adelante pare, aunque no me percaté de que lo mismo ocurriera de seco a mojado y aunque así fuera, no lo considero un aspecto revolucionario. Lo que sí es notorio, casi de inmediato, es que añadieron animaciones a los futbolistas, con lo cual su movimiento resulta todavía más natural que el año pasado ─créeme, probé las 2 versiones una tras otra─, lo que aunado a un nuevo sistema de colisión, se traduce en el PES más fluido de la historia, una afirmación poco audaz cuando recuerdas que es una saga con 20 años de historia que prácticamente nació en 16 bits; es decir, esperaría que cada año sea el mejor en todo aspecto.
Como mencioné, en PES 2016, la disputa de los balones es más verosímil porque puedes empujar a tu rival, lo cual obedece a la introducción de un motor de colisión, mismo que no tiene el alcance o la influencia de otros en el género, pero su rol es notorio en la dinámica del juego. Como era de esperar, esta nueva función padece de imperfecciones, lo cual puede conducir a momentos extraños que no estropean la experiencia.
PES 2016 no es un juego perfecto sobre la cancha. Es más, padece de los mismos problemas de siempre, sólo que quizá un poco pulidos. Para mi gusto, los más molestos son los defectos en la respuesta de los controles y la imprecisión en los pases, ambos presentes en PES 2015 y, en mayor medida, en PES 2014. ¿A qué voy con esto? Bueno a que, con frecuencia, el sistema pone el pase al jugador equivocado, especialmente si está alineados. Ocupa poca potencia para dársela a tu compañero más cercano, y el trazo será excesivamente corto, imprime más fuerza para dárselo al futbolista más alejado y volarás al receptor. Esto es común e irritante, y también tiene que ver con la física del esférico. Te das cuenta de ello cuando, estando de espaldas, oprimes el botón de pase con poca fuerza hacia el frente y sale con súper potencia y sin motivo aparente. Estas cosas ocurren pero afortunadamente, no lo suficiente como para arruinar la experiencia.
El otro tema es la velocidad de reacción de los controles porque más animaciones no es lo mismo que mayor velocidad de respuesta y eso lo aprendí aquí precisamente. Sí, los jugadores se desplazan con un poco más de gracia y se empujan entre sí, pero si por ejemplo, chocan las piernas en la disputa del esférico, ambos quedarán pasmados por un instante, sin que sea posible cambiar su dirección, y lo mismo ocurre cuando corres rápido. Es decir, aunque ya no es tan asfixiante, esa sensación de ir sobre un riel en el césped todavía hace de las suyas de vez en cuando y, como mencioné el año pasado, ¡ay de ti si no juegas con una conexión de más de 10 Mb/s porque estas imperfecciones se acentuarán ante la latencia!
Un asunto más que puede mejorar es el de la Inteligencia Artificial. No es mala, pero a veces los zagueros atacan mal el balón o los delanteros se frenan cuando no deben. Es decir, los futbolistas todavía no son capaces de hacer lo que Javier Hernández aplicó esta semana en su gol con el Bayern Leverkusen, que es darse cuenta de dónde está la última línea del rival, regresar y arrancar de nuevo para que le pasen el esférico con ventaja. En PES 2016, tan pronto tu atacante se acerca a la línea de defensas, frena y, frecuentemente lo hace justo cuando le estás pasando la pelota. A propósito de zagueros, la defensa requiere mejores argumentos. En PES no basta con ganar la posición a un delantero y puntear el balón para robárselo; por su parte, los jugadores parecen tener un campo de fuerza que complica, de antemano, el robo del esférico, lo que aunado a la lentitud en tiempos de reacción y las animaciones forzosas aumenta la sensación de rigidez. En general, los porteros no me hicieron pasar corajes, aunque en disparos de larga distancia pueden rechazar mal o presentar una conducta ineficiente. Recalco que no es un factor recurrente al grado de considerarlo defecto, pero ocurre.
Y no puedo cerrar sin hablar de licencias ─la jaqueca histórica de PES─. Este año, igual que los anteriores, hay omisiones importantes, como la de la Liga Premier, carente de emblemas y uniformes oficiales (con excepción del ManU), y la de selecciones nacionales, como la de México. Para apuntalar, figuran por supuesto la Champions League, la Supercopa de Europa, la AFC Champions League o la Liga Chilena, pero no compensan las ausencias y también encontré molesta la presencia de plantillas sin actualizar. Es decir, comprendo que para efectos de Copa Libertadores o la propia Champions pueda existir un desfase por tratarse de las ediciones del año pasado de las mencionadas competencias, pero que en el Madrid aparezcan Íker Casillas o Javier Hernández hasta en los encuentros amistosos tiene que pasar por error.
Para redondear, PES 2016 va en la dirección correcta, pero sigue sin poder corregir aquellos males que, históricamente, le han impedido recuperar el liderato del género, tales como el molesto pero recurrente tema de las licencias, la modernización de sus modos en línea, y el ajuste de velocidades de respuesta así como de precisión en pases. Lejos de ser una atenuante, el tiempo transcurrido para resolver estos problemas ya se está volviendo un factor irritante. Dicho eso, la renovación de la Liga Máster, el espectacular aspecto general del juego, así como la introducción de un motor de colisión, incipiente pero funcional, convierten a PES 2016 en una muy buena experiencia de futbol, digna de probar para todo quien se diga fan, en especial por que posee una identidad propia.
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