¿Cómo afectará el Brexit a los videojuegos?

Hoy, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, anunció su renuncia después de que 51.9% de los habitantes del país votaran a favor de salir de la Unión Europea. Se trata de un momento histórico con amplias consecuencias geopolíticas y económicas, pero, además de afectar áreas tan serias como las mencionadas, también afecta a la industria de los videojuegos. En fin, ahora que el Brexit ha sido votado por los habitantes del Reino Unido (y es la comidilla de todos), veamos qué consecuencias puede tener esta decisión tan trascendente para la industria de los videojuegos.

Primero, algo de contexto. Gran Bretaña es históricamente uno de los países más importantes para el desarrollo de videojuegos. Nombres como Grand Theft Auto, la serie Batman: Arkham, la franquicia Worms, Ultima, la franquicia LEGO, y estudios como Rare o Rockstar han tenido fuertes raíces en suelo británico. Se calcula que el sector videojuego genera £2000 millones de libras en ventas globales para los distribuidores británicos. Todavía más, Reino Unido es uno de los destinos más importantes para el desarrollo de juegos: se calcula que el desarrollo de juegos aporta unos £36,578 millones de libras a la economía de dicho país año con año, más que el cine, la televisión, la música, el diseño y la moda, y emplea a cerca de 10,300 personas.

Ahora bien, ¿qué pasará? El Brexit implica un período de inestabilidad. La libra ha caído a sus niveles más bajos ante el dólar desde 1985: perdió 11% de su valor. La calificación de crédito británica, siempre un impecable AAA, podría ser rebajada dependiendo del panorama económico. El principal peligro para la industria británica es doble: por un lado, perder el acceso al mercado común de la Unión Europea; por el otro, perder acceso a los desarrolladores y trabajadores de Europa.

Como explica Andy Payne, antiguo miembro de UK Interactive Entertainment, el Brexit podría significar un déficit de talento: "Estamos ante tiempos inciertos actualmente: dejar la Unión Europea añade más incertidumbre a la mezcla y eso no es bueno para nadie. Añade las restricciones a la movilización de la mano de obra altamente educada, que la Unión Europea ha facilitado durante años, y eso quiere decir que tendremos un déficit de talento hasta que podamos entrenar el nuestro". La situación podría causar la emigración de estudios y talento: "Las compañías multinacionales podrían reducir su inversión dada la incertidumbre (...) Los desarrolladores escoceses, por ejemplo, podría reubicarse en Europa pronto".

Sin embargo, otras apreciaciones del asunto no son tan negativas. Por ejemplo, Cliff Harris, fundador de Positech Games, asegura que la caída de la libra es en general algo positivo: "Para un negocio al que le pagan en dólares, es algo bastante positivo. Por otra parte, hace que sea más difícil emplear gente de Europa, lo que serían un gran punto negativo para desarrolladores como yo que usan mucha subcontratación. En general, el Brexit sería malo, pero no un Armageddon. Quizás un Armageddon-lite".

Por otro lado, hay desarrolladores que hablan de las ventajas de abandonar las quizás excesivas regulaciones del espacio económico europeo; por ejemplo, el director de Legendary Games, Euan Lamot, recuerda los múltiples obstáculos causados por dichos reglamentos: "La Unión Europea asume que somos mega corporaciones como Facebook y Microsoft y estamos siendo abrumados por reglas que son difíciles de implementar y muchas veces sin sentido. Un buen ejemplo es la legislación sobre cookies: ¿de veras poner un botón de advertencia hace la vida mejor?". Otro ejemplo son las leyes VAT, destinadas a hacer más difícil que titanes corporativos evitaran impuestos al establecer sedes europeas en países pequeños como Luxemburgo: "Nosotros y 460,000 negocios más somos afectados por una regla nueva que requiere que demos cuentas sobre cada uno de los 28 Estados miembros a los que vendemos en lugar de hacer la contabilidad sólo para el estado sede. Esto es una pesadilla administrativa que nos ha obligado a abandonar la venta directa en muchos casos".

Por otra parte, la Unión Europea no sólo ofrecía oportunidades de mercado a los desarrolladores británicos; también daba apoyos directos a los estudios nacientes, como es el caso de Coatsink Games, cuyo fundador Tom Beardsmore, ofreció su testimonio recientemente: "El Fondo de Desarrollo Regional Europeo nos ha dado hasta £150,000 GBP desde nuestro origen. Sin esos apoyos, que ayudaban la creación directa de trabajos, nuestra compañía no existiría cómo es hoy. El Brexit dejará un gran signo de interrogación en la creación de empleos aquí, que afectará muchas industrias y negocios".

En fin, como todo en la vida, el Brexit no es una cuestión en blanco y negro como muchos de los comentarios poco informados de Internet lo han hecho parecer, en especial dada nuestra poca comprensión de las dinámicas políticas y económicas de Europa. Por ejemplo, el Brexit sería positivo para Gran Bretaña al abatir el excesivo precio de la libra, que ha significado que el país sea uno de los más caros del mundo en cuanto a rentas y costos de vida; por el otro, decenas de regulaciones que causaban negociaciones enfadosas serían abolidas, sin que esto implique necesariamente la pérdida al mercado común (por ejemplo, Noruega no es parte de la Unión Europea y esto no ha significado negativo para su economía). En el caso de los videojuegos, el asunto también es algo gris.

Quizá como conclusión valga la pena citar la opinión de la Asociación Independiente de Desarrolladores de Videojuegos, TIGA por sus siglas en inglés, que representa a la industria británica: "Como muchas asociaciones de comercio, la TIGA es neutral en el asunto del Brexit. Hay vistas divergentes entre los desarrolladores sobre el Brexit: algunos citan el impacto dañino de las regulaciones de la Unión Europea en el desarrollo de juegos como una razón para apoyar el Brexit. Por otro lado, los desarrolladores a favor de quedarse destacan las ventajas del acceso a la Unión Europea para obtener personal altamente calificado. Cualquiera que sea el desenlace, habrá importantes consecuencias económicas, constitucionales y políticas". Y ahora que el pueblo ha hablado (y en Gran Bretaña, una de las democracias más antiguas del mundo, la voz popular es la voz de Dios), las consecuencias son reales. ¡Que día!