El desprecio hacia los jugadores de videojuegos ha vuelto a la política estadounidense, esta vez con el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, declarando que los hombres adultos que juegan no merecen recibir asistencia gubernamental. En una entrevista con CNN, Johnson defendió un nuevo plan de presupuesto que recortaría hasta 880 mil millones de dólares de Medicaid, el programa de salud pública que asiste a personas de bajos ingresos, argumentando que los fondos deben destinarse a quienes realmente los necesiten y no a “hombres de 29 años sentados en su sillón jugando videojuegos”.
El debate se intensificó tras la votación del martes en la Cámara de Representantes para avanzar en la propuesta, la cual ahora espera su aprobación en el Senado y la firma del presidente Donald Trump. Durante la entrevista, la periodista Kaitlan Collins cuestionó a Johnson sobre la posibilidad de que personas vulnerables quedaran fuera del programa y, aunque el político negó inicialmente que esto ocurriera, más tarde admitió que algunas personas serían excluidas si la propuesta se convierte en ley. Sin embargo, aseguró que las madres solteras de bajos recursos seguirán siendo cubiertas, a diferencia de los hombres que juegan videojuegos, quienes, según sus palabras, serán encontrados y enviados a trabajar.
Las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar y mientras algunos conservadores aplaudieron la postura de Johnson, llegando a calificar a los jugadores como parásitos de la sociedad, otros criticaron la narrativa del republicano, señalando que Medicaid no es un “bufé libre” para los flojos, sino un sistema de asistencia vital para niños, adultos trabajadores, ancianos y personas con discapacidad. Un comentario viral en redes argumentó que Johnson usa la figura del jugador perezoso como un chivo expiatorio para distraer a la opinión pública del verdadero destino del dinero federal: recortes para los pobres y beneficios fiscales para los multimillonarios.
El ataque de Johnson es solo el último episodio en una creciente tendencia de desprecio hacia los jugadores dentro de los sectores conservadores. Según información de Nichegamer, el año pasado el comentarista Glenn Beck declaró que prohibiría a sus hijas salir con gamers, mientras que Matt Walsh, del Daily Wire, insultó a los jugadores y fans del anime, calificándolos de “perdedores satánicos”. Curiosamente, estos discursos ignoran que un porcentaje significativo de jugadores son mujeres y que la industria de los videojuegos es una de las más lucrativas del mundo, desmintiendo la imagen del gamer desempleado y sin futuro.
Con estas declaraciones, parece que la clásica histeria anti-videojuegos, que siempre ha marcado a la industria, ha resurgido con fuerza, ahora camuflada como una cruzada política contra quienes dependen de la asistencia estatal.
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