Un caso de una mujer británica que terminó viviendo una adicción al popular juego Candy Crush, ha generado un debate sobre los efectos secundarios inesperados de ciertos medicamentos y la responsabilidad de los profesionales de la salud en la supervisión de los tratamientos. Y es que luego de varios trámites e investigaciones, esta ciudadana del Reino Unido recibió una indemnización de aproximadamente $200.000 dólares.

Según un reporte del medio Daily Mail, el origen del problema fue que la mujer sufría del síndrome de piernas inquietas, un trastorno neurológico que provoca una necesidad incontrolable de mover las extremidades, especialmente durante la noche. Para tratar esta afección, su médico le recetó Pramipexol, un medicamento que actúa sobre los receptores de dopamina en el cerebro. Si bien este fármaco es eficaz para aliviar los síntomas del síndrome de piernas inquietas, también puede tener efectos secundarios no deseados, como la alteración del control de los impulsos.

Y en cuestión de semanas, la mujer comenzó a desarrollar una adicción a los juegos de azar en línea y a aplicaciones móviles como Candy Crush. Su comportamiento se volvió compulsivo, gastando grandes sumas de dinero en compras dentro de las aplicaciones, las cuales según estimaciones habrían sido de más de $100.000 dólares.
Esta adicción tuvo un impacto devastador en sus finanzas personales y su bienestar emocional.
Un caso de negligencia médica por la falta de advertencia y la dosis excesiva
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) reconoció su responsabilidad en este caso. El médico de cabecera de la paciente no le informó sobre el riesgo de desarrollar adicción como efecto secundario del Pramipexol. Además, se descubrió que la dosis prescrita era el doble de la recomendada, lo que pudo haber exacerbado su trastorno de control de impulsos.

Como resultado de la negligencia médica, la paciente recibió una indemnización de aproximadamente más de $200.000 dólares. Una compensación que para cerrar, refleja el daño financiero, emocional y psicológico que sufrió debido a la falta de información y el error en la prescripción de su tratamiento.
Adicto a League of Legends “vendía” su sangre por pocos dólares para comprar pizza y gaseosas para sentarse a jugar sin parar
Los videojuegos siempre han sido un modo de poder alejarse de la realidad cotidiana ya que además de entretenernos, nos sirven para adentrarnos en aventuras fantásticas de las cuales muchas veces nos sentimos parte, junto a una gran comunidad de jugadores. Pero por otro lado, pueden generar claros problemas de adicción, como el de un joven quien a sus 18 años y luego de ser un luchador competitivo, saludable y feliz, pasó tanto tiempo jugando que subió de peso, perdió amigos y dejó de ir a clases.

Una historia que fue contada por el medio New York Post, donde el joven de nombre Logan Visser, quien ahora tiene 29 años, cuenta cómo su adicción a los videojuegos terminó con su carrera en este deporte de lucha, el cual lo había llevado al campus de Rexburg, Idaho, de la Universidad Brigham Young, en la cual además planeaba estudiar negocios.
