Yo no soy princesa, ¡Soy “mona china”!

Nos adentramos en la transcendencia de la animación japonesa en nuestras infancias.

Yo no soy princesa, ¡Soy “mona china”!

Nos adentramos en la transcendencia de la animación japonesa en nuestras infancias.

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Cuando salía a jugar a la calle con mis vecinos, siempre actuábamos como personajes que veíamos en la tele. La mayoría de los que interpretábamos eran monitos animados. Los hombres siempre eran "Gokú", de la tan afamada serie Dragon Ball, hablaban de los supersayayin, que eran los más poderosos. Curiosamente no había ninguna mujer que lo fuera. A nosotras no nos quedaba otra que jugar a las princesas en un rincón. Me daba envidia cómo ellos se apoderaban de todo el pavimento para luchar. Yo también quería, pero sin dejar de ser mujer.

Las caricaturas medias gringas y europeas jamás me cautivaron. Bob Esponja. Sí, una esponja. En esa época me cargaba bañarme, por lo que era desagradable verlo. Hey Arnold tampoco me agradó. Que su cabeza fuera una especie de balón de rugby me molestaba. Entonces, teníamos a un niño deforme y un utensilio de limpieza como protagonistas de televisión. ¡Aburrido!

Como vivía en el sur de nuestro país, la tv cable llegó más o menos tarde. Además de esto, era un poco costoso, así que en mi casa se tardó un poquito más. Me conformaba con los canales nacionales no más. Fue ahí que conocí a "Sakura Card Captor" en el Chilevisión. Eran monos chinos como dice mi mamá. Se trataba de una chiquilla que usaba poderes mágicos. Ella tenía que salir a recolectar las llamadas Cartas Clow.” Enfrentaba a toda clase de peligro sin temor. Con hermosos trajes luchaba para proteger a todos.

Sakura Card Captor
Sakura Card Captor

Tiempo después conocí Sailor Moon, otra vez la magia se apoderaba de mí. Una niña llamada Serena peleaba contra el mal junto a sus amigas, quienes también eran guardianas estelares. Los hermosos vestidos que usaban me atraían, sobre todo porque no les importaba que se ensuciaran. Alucinaba, quería jugar a ser ellas en la calle, mientras los niños se creían Gokú, yo podría ser todas las defensoras mágicas que quisiera. Y siempre estando a la moda.

Con el tiempo fui entendiendo que Sakura Card Captor y Sailor Moon eran de una época totalmente distinta a la que vivía. Temas como la homosexualidad y el travestismo eran abordados sin problemas. La mujer era capaz de defenderse sola sin la necesidad de tener un hombre. Salir de noche a combatir el mal era algo impensado para mí, sobre todo cuando mis papás siempre me repetían que “es peligrosa la calle para las mujeres cuando está oscuro.” Si el mundo está como está es porque no nos dejaron salir a recolectar las cartas de noche, por eso tanta guerra mundial.

El poder femenino se me había presentado, pero no gracias al mundo occidental. Mi mamá siempre rechazó que yo viese el llamado ‘animé’, porque los chinos son raros, son fríos y son no sé cuánta cosa más. Pero para mí fueron los comienzos de ver a la mujer en otra perspectiva, de no ser la salvada sino lo heroína. Eso nunca me lo entregó alguna princesa de Disney.

Mientras que algunas niñas querían casarse y que un príncipe las despertara de un beso, yo solo quería luchar con tacos y sin que el maquillaje se me corriese. Ahora cada vez que veo a niños jugando en la calle creyéndose Gokú, me digo que algún día tendré una hija que se apoderará de toda la cuadra creyéndose Sailor Moon o Sakura. Estoy segura que ellas le ganan a ese personaje, y que todas las princesas de Disney desearán transformarse en esas "monas chinas".


Escrito por: Sofía Galeno.

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