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Muchas veces hemos tratado temas acerca de cómo los videojuegos, al igual que muchas otras formas de entretenimiento, pueden llevar a ciertas personas a excesos y cayendo en adicciones a ellos. Jugadores que pierden completamente sus prioridades en la vida, solo dedicándose al gaming por largas horas, algo que afecta no solo a su entorno familiar y de amigos, sino que hasta físicamente.
Algunos de estos son tres jóvenes que en un medio español señalan que son adictos a los videojuegos y que entrevistaron para compartir sus experiencias. Según cuenta uno de ellos, llamado Manuel, que empezó a estar entre 15 y 18 horas diarias frente al computador, trabaja y vive con sus padres, a quienes intentó “contentarlos yendo al psicólogo” cuando tenía 16 años para acabar con su adicción ya que: “Mi vida cambió por completo cuando descubrí World of Warcraft“.
Como muchos tratamientos contra la adicción a los videojuegos, cuenta que lo alejaron por completo del acceso a cualquier aparato tecnológico, aunque de todas formas se “saltaba cuando me daba la gana” esta prohibición. Tratamiento que ha intentado mantener, aunque lo ha ido dejando y volviendo con el tiempo, pero que de todas formas no ha servido demasiado ya que siete años más tarde, reconoce que sigue siendo un adicto a los videojuegos.
Algo que comparte también con Iñaki, a quien no conoce pero que en el mismo medio, indican que al igual que Manuel, tiene una adicción por el videojuego World of Warfcraft. Título en el que según comenta, no ha caído en sus microtransacciones, pero que de todas formas le ha dedicado una gran cantidad de tiempo.
“Le dediqué una cantidad de tiempo brutal, y no me importa decir que ahora me arrepiento“, indica el gamer.
También comparten el testimonio de Carlos, quien apunta a que no todos los adictos a los videojuegos consideran que tengan un problema social por culpa de esto, pero que de todas formas le sucedía ya que: “En el momento no percibía que estaba dejando a mis amigos de lado“.
“Yo tenía una pareja y no me apetecía quedar con ella porque eso me iba a quitar tiempo para jugar. Me daba mucha vergüenza decir que tenía una adicción. Hasta que conseguí salir no le di la razón a mis amigos y mi familia”, aseguró el joven.
Algo que felizmente para Miguel e Iñaki terminó bien ya que fueron capaces de dejar su adicción, según este último comenzando “a hacer ejercicio”, dejando así los juegos de lado.
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