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Los grandes títulos transmiten su mensaje por medio de la unión exquisita de mecánicas de juego y trama. En un medio interdisciplinario como los videojuegos, necesitamos el concurso de entornos, música, narración y sistema de juego para construir la experiencia. Majora’s Mask es un sueño secreto que adorna las ínfulas épicas de Ocarina of Time. Es un carnaval íntimo de personajes desmemoriados cuyas peripecias representan un contexto más importante que la aventura principal —que a su vez es incidental—. Aunque tiene fallas, el resultado de sumar sus partes es un juego de culto que transmite un mensaje que difícilmente sería tan significativo en otro medio.
Majora’s Mask es un sueño secreto que adorna las ínfulas épicas de Ocarina of Time
Antes de ahondar en las diferencias que presenta la reedición de 3DS, quiero hablar del título, pues a 15 años de su lanzamiento, conserva su vigencia y un gran significado personal. Disfrutarlo después de terminar Ocarina of Time resulta escalofriante: personajes otrora entrañables que no te reconocen; ambientes claustrofóbicos y retorcidos; composiciones que, paralelas al juego, tienen un tempo alterado, invertido y demoníaco. Majora’s Mask te enfrenta con un terrible acertijo: detener la Luna antes de que, en 3 días, destruya la región. Para evitar ese destino, deberás explorar los sutiles laberintos del tiempo. La búsqueda está destinada al fracaso: resulta imposible resolver todos los problemas en un periodo tan corto. Al reiniciar el tiempo, el estado del mundo se pierde. La única prueba de que ayudaste a alguien será un ítem, una máscara o una anotación tímida en tu bitácora, pero al toparte de nuevo con la gente que rescataste la encontrarás devastada o consumida por la tragedia: una ranchera que enloqueció al perder sus vacas; un bebé que lloró durante 3 días y 3 noches por su padre, que no podrá arrullarlo porque murió congelado; una madre que perdió la voz para siempre cuando secuestraron a sus hijos; una niña que oculta la transformación de su padre en un monstruo, mientras afuera de su casa horribles criaturas aguardan que se una a ellas.
El mayor mérito del juego es, también, su mayor defecto: producto de un reciclaje apresurado, Majora’s Mask es como la variación musical de un tema clásico. Se apropia de los elementos básicos de su predecesor y los reconfigura para producir su propio tono en armonía con un tema central nuevo: el periodo de 3 días. Cuando éste concluya o decidas reiniciarlo, perderás tus ítems, rupias y se anulará la solución de los problemas que resolviste. La dinámica de viaje en el tiempo es llevada a sus últimas consecuencias, incluso si esto significa incomodar al jugador. Las máscaras que conserves serán la única prueba de la felicidad efímera de produjiste en el mundo, aunque se pierda en un pliegue del tiempo. A lo largo de la entrega, compartimos el mismo espacio con todos estos personajes, pero no el mismo tiempo. Nuestra única salvación, La Ocarina del tiempo, nos escinde del mundo.
Conté antes varias historias trágicas. Cada una tiene solución; sin embargo, es imposible resolver el acertijo principal y al mismo tiempo ayudar a todos. En cierta forma, en Majora’s Mask Link es un viajero aislado. Cuando somos reconocidos y aceptados en el juego, es porque usamos el rostro de un muerto: 3 máscaras extraídas de personajes que fallecieron y, aún en la tumba, no tienen sosiego. La soledad es uno de los temas más recurrentes del título: el Skull Kid comienza su estampida destructora cuando se siente abandonado por sus camaradas, Link emprende su viaje para buscar a un entrañable amigo, tu hada acompaña tu aventura porque fue separada de su hermana… La aventura será un viaje a la locura mientras el mundo a tu alrededor colapsa en sí mismo. La única ancla en este carnaval del fin del mundo eres tú, solitario, como si te pararas en el centro de un remolino. Escuchar el tema Last Night mientras un marcador cuenta los minutos de exitencia del mundo es una experiencia irreal. Mitsuhiro Takano, director de guión, consiguió lo que pocos: embonó la trama con las mecánicas de juego. De paso, ideó una metáfora terrible del paso del tiempo.
La Luna es otra genialidad. El foclor suele atribuir al astro atributos negativos; por algo llamamos lunáticos a los locos. Siempre instrospectiva, la Luna también es soledad y añoranza. Una pareja ideal para la máscara: una representación de un poder supernatural e incomprendido. Creamos máscaras para que los espíritus puedan habitarlas.
La memorable historia de Kafei y Anju sigue siendo tan conmovedora como siempre
Escuchar el tema principal significa dar un vistazo al desarrollo de su trama: comienza con una música alegre que, lentamente, es interrumpida por los arreglos característicos de la máscara de Majora. En forma análoga a como opera un carnaval en nuestra cotidianidad: representa la inversión del tiempo y la irrupción del caos; no es fortuito que para entrar en Termina debamos descender por un agujero. Quien leyó Alicia en el país de las maravillas comprenderá rápidamente lo que ocurre. Entramos en un mundo sin lógica, donde todo se encuentra invertido. Las máscaras y el carnaval se relacionan íntimamente. Sabemos que los desarrolladores debieron reciclar modelos de personajes para ahorrar tiempo, pero el tema que eligieron calza perfecto: el carnaval significa que el mundo se ha invertido. Las máscaras representan que durante este periodo somos otros.
Las búsquedas secundarias de Majora’s Mask son el aspecto más destacado. Si admitimos que el diseño de sus calabozos no es tan brillante como el de otras entregas de la serie, será más sencillo descubrir el verdadero valor del título. El ciclo de 3 días da pie a acertijos complejos a los que deberemos dedicar, en algunos casos, prácticamente todo nuestro tiempo. La memorable historia de Kafei y Anju sigue siendo tan conmovedora como siempre: 2 amantes que se toman de la mano, una pareja ridícula e imposible de niño y mujer, unidos aún en el fin del mundo. Pero, al final, nada de esto importa: cuando destruyes la Luna no ayudaste a nadie. Resolviste el conflicto principal, pero el juego en sí propone un acertijo irresoluble: aunque dispongas de ciclos infinitos, el tiempo es una jaula de hierro que impide solucionar los problemas de los demás.
Pero basta de interpretación de la trama. Hablemos de los cambios. Hace poco terminé la versión para la consola virtual del Wii, una reedición fiel del lanzamiento original para Nintendo 64. Esto me permitió notar el trabajo minucioso que debió ser la adaptación a 3DS de Majora’s Mask. Lo primero que debemos considerar es que se trata de un juego de consola transformado en uno portátil. Nintendo comprende mejor que nadie que difícilmente puedes tener experiencias equivalentes. Debido a lo anterior, fueron necesarias algunas concesiones. Reiniciar el ciclo no es indispensable para guardar tu avance, por ejemplo. Ahora habrá estatuas que cumplirán con esta función. No como en la versión de Nintendo 64, que te obligaban a salir de la partida, sino como usar “Song of Time” sin el inconveniente de reiniciar el ciclo de 3 días.
Lo anterior podría sonar controvertido. Después de todo, resta al título esa sensación de premura por terminar un calabozo a tiempo o “proteger” tu avance. Pero también comprendo que el esquema anterior resulta incompatible con el ritmo de juego intermitente de una portátil. Incluso con los cambios, me costó trabajo retomar la aventura luego de una interrupción. Podemos extrapolar esta solución de diseño a otras áreas. En general, Majora’s Mask 3D se siente como si hubieran suavizado las esquinas ásperas del original. Recuerdo detalles muy puntuales, como la carrera contra el mayordomo por la máscara de cerdo, donde modificaron el diseño original para volverlo más amigable. En este caso, en la parte final del recorrido ya no hay paredes de fuego (que reiniciaban la carrera si eras un deku), sino que aparecen barreras de metal que te estorban, pero no producen un efecto tan incómodo como en el original.
Otro inconveniente que fue removido es que las estatuas para guardar ya no requieren activarse con la espada. Quienes tuvieron que reiniciar la aventura en el Nintendo 64 porque se quedaron sin tiempo y no pudieron grabar como deku, lo agradecerán. El banco también fue reubicado justo atrás de la torre del reloj, el viejo goron que debes descongelar ya no está oculto en una bola de nieve, hay barreras que evitan tu caída en el ascenso a la montaña, y muchas otras cosas que no vale la pena enumerar. La impresión general que me deja esta adaptación es un refinamiento que inevitablemente va ligado a una disminución. Esto sólo afectará a quienes disfrutaron y recuerdan la versión original. Los que apenas se estén adentrando en Majora’s Mask tendrán una experiencia más confortable.
Matar a Odolwa ya no es sólo correr a sus piernas y machacarlo a espadazos
Dicho lo anterior, hay errores del original que permanecen. El diseño de las misiones tiende a enredarte en viajes innecesarios para extender la experiencia. Recordemos que este Zelda fue desarrollado en un periodo cortísimo. Las limitaciones de tiempo produjeron mecánicas interesantes como los 3 días, pero también orillaron al equipo de desarrollo a emplear ciertos trucos para crear una aventura de una duración apropiada.
Podemos notar la falta de tiempo en el diseño original de los jefes. En la versión de 3DS estas batallas son más significativas. Por ejemplo, matar a Odolwa ya no es sólo correr a sus piernas y machacarlo a espadazos: deberás transformarte en deku y arrojarle una nuez desde las alturas para inhabilitarlo. También puedes usar tu arco para golpear su punto débil —un ojo que también añadieron a los demás enemigos finales de cada calabozo—. La dinámica de la batalla es más significativa: ahora debes usar los ítems que obtuviste en ese calabozo.
La batalla con Goht también fue alterada sustancialmente: los rayos que te arroja al ser golpeado ya no son teledirigidos. En realidad, cuando me enfrenté a él tuve que esforzarme para que me golpeara. Aquí tenemos el caso opuesto a lo que ocurre con Odolwa. Este tipo de encrucijadas ocurren todo el tiempo: los cambios definitivamente facilitan el juego y a veces se siente como si limaran asperezas, pero en otras ocasiones todo se vuelve simplemente más fácil. No hablaré de los cambios posteriores para evitar arruinar tu experiencia, pero puedo decirte que probablemente muchos acepten estas modificaciones con agrado, mientras que los jugadores más competitivos detestarán que Majora’s presente menos reto que antes. Por ejemplo, agregaron la posibilidad de añadir recordatorios a tus compromisos con personajes. ¿Siempre se te pasaba ir a las 2 de la mañana al granero para salvar a las vacas de los extraterrestres? Tu asistente personal te avisará para que no se te pase tan importante compromiso.
En términos visuales, los cambios mejoran la atmósfera. Los ambientes están mucho más detallados que antes. Aunque aquí y allá encontrarás texturas de mal aspecto, en general Majora’s Mask luce impecable. Resulta imposible notar que es un título de Nintendo 64, pero los nuevos modelos, los detalles en el mapa de Termina y muchos otros hablan del esfuerzo que Grezzo puso en la adaptación. También pude notar que, igual que en el original, el frame rate cae en momentos específicos (como cuando enfrentas al subjefe de las burbujas en Great Bay Temple). Fuera de esto, el trabajo está a la misma altura que la adaptación de Ocarina of Time al 3DS. En términos técnicos, el resultado es casi perfecto.
Fue interesante redescubrir las batallas con los jefes ahora que tienen nuevas mecánicas
La banda sonora de Majora’s Mask es mi favorita de cualquier Zelda; no puedo evitar ser parcial al juzgarla. Es un problema ser objetivo cuando mi tema favorito de toda la franquicia es Song of Healing. En un intento por ser justo, la composición musical tiene piezas excelentes como Ikana Castle con su tono ancestral y melodramático; Astral Observatory transmite una alegre y oscura curiosidad por las estrellas; Deku Palace es un tema festivo y tribal, y, por último, Last Night, del que hablé anteriormente, comunica desesperanza. Otros arreglos podrían resultar estridentes y retorcidos —en general, cualquier composición relacionada con la máscara—.
Fue interesante redescubrir las batallas con los jefes ahora que tienen nuevas mecánicas, pero también un dolor de cabeza volver a completar ciertas secciones tediosas, cuyo objetivo claramente es extender de forma artificial el tiempo de juego. Los templos casi no sufrieron alteraciones. Esto es bueno y también malo, pues aunque disfruto mucho Stone Tower, odio Woodfall y Great Bay. Snowhead está en un punto intermedio, pero ninguno, salvo Stone Tower, destaca si contextualizamos su diseño con el resto de la franquicia.
The Legend of Zelda: Majora’s Mask es mi entrega favorita de la franquicia. Pero mi fervor no nubla mi juicio, pues soy capaz de percibir sus defectos. Bajo esa atmósfera increíblemente bien lograda, el guión más fascinante de la franquicia, la interesante mecánica de los 3 días y las 3 máscaras que transforman a Link, subyacen acertijos confusos, búsquedas innecesariamente enredadas y un diseño de calabozos regular con breves momentos de genio.
El título representa una buena oportunidad para que los veteranos redescubran este clásico, mientras que los puristas que aún no lo conocen tal vez deban disfrutar primero la experiencia original. Más que una reedición, The Legend of Zelda: Majora’s Mask 3D es una interpretación, una revisión interesante que ningún jugador debería perderse. Aunque le hayan colocado una máscara de polígonos y ligeros ajustes, mirar debajo de ella revela una aventura inverosímil, un júbilo melancólico que inequívocamente es el reflejo de otra época de diseño de juego. Visitar Termina significa abandonar las llanuras épicas de Ocarina of Time para descender a una introspección única. Bienvenidos al carnaval.
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