Metal Gear es una de las franquicias más idolatradas de la industria, inequívocamente por su fuerte carga argumental y por una serie de características de interesante diseño; de ese legado Snake Eater es el título que fundamenta la historia y sin duda es la obra más refinada de Kojima, por ello no sorprende que se trasladara al 3DS –ya conocido por ser cuna de remasterizaciones–, en una adaptación que plantea una versión mejorada, pero que no logra dejar atrás algunos defectos que ya ostentaba el juego original de PS2, ni evita involucrar nuevos problemas.

Como preludio a todo el conflicto de la saga, Snake Eater es una historia de espías situada en los albores de la Guerra Fría que nos pone en control de Naked Snake, un agente de la CIA designado a infiltrarse en los inhóspitos territorios de la Unión Soviética; la misión: destruir los planes del enemigo que está diseñando una maquinaria bélica capaz de disparar misiles nucleares desde cualquier parte del mundo. Sin ánimos de echar a perder el resto del argumento para quien nunca haya tocado la franquicia, basta decir que es una extravagante fusión de las películas de espionaje, abarrotada de filosofía existencialista y envuelta de moralidad militarista, un interesante y provocativo relato de patriotas traicionados por gobiernos utilitaristas. Y a pesar de que está sustentada en una fantasía de extravagantes supuestos y soldados con poderes sobrenaturales, la narrativa toma suficientes referencias de la historia real para crear un mundo que se antoja creíble, en ocasiones casi tangible.

Por supuesto, la trama es sólo un andamiaje para que funcionen los juegos y a efectos de experiencia, la jugabilidad de Snake Eater se basa en un excelente sistema de camuflaje en el que debes ser sumamente cuidadoso, pues de quebrantarse el sigilo, el enemigo causará un caos que toma tiempo corregir. Afortunadamente, tienes a disposición varios métodos para superar los tropiezos, ya sea cortando gargantas cual asesino sanguinario, noqueando enemigos o simplemente escondiéndote en una –clásica– caja de cartón. Se trata de una mecánica envolvente que no envejece y continúa causando adicción, pues la sensación de acechar a tu presa con la máxima precisión, es incomparable.

Claro, siempre y cuando te fusiones con el entorno como todo un maestro del espionaje, pues debes asegurarte de cambiar entre los diferentes vestuarios del protagonista según la situación, con el fin de evitar ser descubierto. Para complementar esta labor camaleónica, puedes utilizar la cámara de la consola y tomar fotografías de texturas que sirvan como patrón en la ropa de Snake, aunque rara vez funcionan mejor que las predefinidas.

No todo se resume a esconderse y asestar el golpe letal, además de jugar al escondite, este título tiene un marcado énfasis en la supervivencia, y como todo un sobreviviente, deberás aprovechar todo lo que habita en la jungla para subsistir. Así las cosas, la efectividad en batalla y tu certeza al disparar disminuye conforme avanza el tiempo y el único modo de recuperarte, es consumiendo cualquier clase de alimañas y hierbas, incluidas algunas ratas y uno que otro champiñón de dudosa procedencia. Bajo la misma línea, requiere que te detengas un momento a sanar heridas, vendar una pierna o quebrar un hueso roto, pero por más realista que parezca, recurrir a cada curación es un afán mundano guiado por sencillos menús a los que podrás acceder incluso en batalla, y en la búsqueda de alimento no es necesario que imites a un cazador furtivo que recorre cada rincón, pues a cada encontrarás comida de sobra.

En lo que toca a ciertos elementos de diseño, movimiento y control, falta cierta fluidez y en ocasiones ciertas habilidades de Snake son un tanto restrictivas, a lo que se suma una cámara que aún si es de libre movimiento –a diferencia del juego original–, en ocasiones toma ángulos incómodos. Parte de la sofisticación en la versión de 3DS proviene de estos aspectos, pues se hicieron correcciones para que el control sea más amigable y puedas acceder con facilidad al repertorio de habilidades de Snake gracias a la pantalla táctil, así, ahora disparas con los botones laterales, y hasta existe la capacidad de mover al personaje mientras está agachado. La ironía es que para obtener la mejor experiencia de control, es imprescindible el Circle Pad Pro, de otro modo pasarás momentos frustrantes, causados por una cámara controlada con los cuatro botones principales. Es una deficiencia del sistema, pero que no se puede pasar por alto tomando en cuenta la gravedad.

Más allá del esquema de control, en términos visuales esta versión se propone como una implementación interesante, en la que el efecto estereoscópico se explota maravillosamente, resaltando desde los detalles insignificantes como lluvia o maleza, hasta las distintas capas del escenario o los ataques de los enemigos; todo apilándose para crear una ambientación envolvente. La contradicción es que aún si es más vistoso, también está más obstruido por problemas de desempeño gráfico, y hay momentos en que hasta un escenario estéril puede presentar un reducido conteo de cuadros por segundo, mucho más cuando son ciertas batallas, dejando el movimiento de Snake como si estuviera en cámara lenta. No son momentos frecuentes, pero evidencian carencias del motor gráfico.

En la tradición de todo lo que da renombre a Metal Gear, Snake Eater podría considerarse el mejor exponente, pues refina la esencia de la franquicia para ofrecer una experiencia emocionante, repleta de tensión y que explota con ingenio la interacción del entorno. Por ello es encomiable el excelente tratamiento de adaptación que tuvo dentro del 3DS, sumando elementos frescos a un juego que de por sí, seguía vigente; el inconveniente y que le resta mérito a la propuesta, es que se mantuvo demasiado fiel al original y dejó sin resolver muchos de los problemas inherentes, y en el caso específico de la cámara, no llegó a una solución eficiente. Además, por diseño, Snake Eater está pensado para largas sesiones de juego, y en esta versión no se hicieron esfuerzos para hacerlo más amigable en portátil. Se trata de una obra maestra, recomendada especialmente para todos aquellos que no han tenido oportunidad de jugarla, pero que frente a otras variantes, como la colección Metal Gear Solid HD Collection, sólo tiene el beneficio adicional de poder llevarse en el bolsillo.