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En esta industria de reinvenciones y refritos, hay franquicias que por más que intenten cambiar permanecen intactas; en la mayoría de los casos el resultado es negativo y hasta vergonzoso, en ocasiones es lo opuesto, pues al conservar su esencia brindan la misma calidad de entretenimiento que su propuesta original, Super Mario 3D Land es el ejemplo perfecto. La más reciente aventura del plomero italiano en consola portátil es una amalgama de todos los títulos anteriores en su trayectoria, que afortunadamente ostenta una identidad propia, aunque no queda exento de ciertos detalles que le impiden alcanzar la perfección.
A pesar de las constantes críticas y comentarios de los detractores, los videojuegos de Mario aportan un alto nivel de entretenimiento debido a su imperturbable fórmula, lo que no significa que la serie esté estancada, pues ha pasado por un proceso de evolución que en cada época marcó la pauta de innovación dentro del género. Super Mario 3D Land supone un bucle en ese desarrollo, limitándose a replicar a sus antecesores en lugar de aportar algo nuevo. La falta de novedades no implica carencia de ideas refrescantes. Aún si en esta entrega no se implementa genuinamente nuevas actividades, los elementos que conocemos de juegos clásicos del panzón de Brooklyn se presentan bajo una distinta luz, mezclados para ofrecer una experiencia original con tintes familiares.
Así las cosas, tan sólo en los primeros niveles se observa la influencia de tres títulos magistrales en la vida del regordete bigotón: exploración en intrincados escenarios de Super Mario 64, los colosales mundos flotantes de Super Mario Galaxy, y el esquema de juego refinado de New Super Mario Bros. Lo interesante es que se fusionan dinámicamente conforme avanzas; en un momento estarás corriendo a toda velocidad cuesta abajo por una empinada pendiente, al siguiente recorrerás un complejo laberinto desde una perspectiva lateral al más puro estilo 2D, y por último saltarás entre plataformas con la cámara en ángulo cenital. La estructura de cada nivel se nutre de diversos elementos y es rara la situación en que el escenario ofrezca un solo enfoque.
Ahora bien, las mismas características que hacían de New Super Mario Bros. algo casi cínico por el exceso de componentes del pasado, ofrecen una alegría renovada en esta propuesta 3D; la delicia de correr, saltar, recolectar monedas y brincar por doquier adquiere nueva dimensión, valga la ironía. La razón se debe a ligeros ajustes que se hicieron no sólo por vigorizar la experiencia para las nuevas audiencias, sino para dar mayor significado al contenido dentro de cada escenario.
Pagando tributo al pasado, la entrada en los niveles se muestra por medio de un mapa lineal, y tu acceso a los nuevos escenarios se gana por terminar el reto en turno o por adquirir medallas que paguen el peaje. Estas medallas se encuentran ocultas dentro del escenario para conservar la tradición; algunas se observan a simple vista mientras otras te tomarán mucho más tiempo. Tocando el tema de los escenarios, cabe remarcar que aunque el contador de tiempo regresa, obligándote a completar cada desafío con la brevedad posible, la exploración es uno de los aspectos más gratificantes al jugar Super Mario 3D Land. La recompensa son incontables secretos, algunos constituyen una pequeña desviación de tu misión principal, otros abren una ramificación completa del nivel. La búsqueda por lo escondido te invita a pensar e ingeniártelas para llegar a alguna zona que sabes existe o incluso puedes ver, pero no muestra una forma evidente de acceder; un caso oportuno son las antorchas esparcidas en parajes oscuros, que al encenderse activan el mecanismo de una puerta o derriban una pared que parecía inamovible.
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