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El legado de Fire Emblem es enorme y data de hace más de 30 años. En cada capítulo de su historia, Intelligent System y Nintendo buscan renovar la fórmula sin alejarse de sus orígenes. Al fin, lograron el balance perfecto con Fire Emblem Engage, un juego ágil y profundo que rinde culto a héroes de leyenda. Esta nueva aventura pretende enlazar el honor y la gloria de montones de guerreros en un solo lugar, y aunque el resultado es bueno, algunas fallas le impiden alzar la espada tan alto como otras entregas. A continuación, te dejo mi análisis de Fire Emblem Engage.
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Rupturas en el tiempo
Con el paso de los años, Fire Emblem ha trazado sus propias reglas y nos ha dejado grandes historias para recordar con una mitología que parte de caballeros y dragones de la época medieval y que brilla por sus personajes. Fire Emblem Engage no es la excepción, pues aunque en un primer acercamiento relata el camino del héroe que nos librará del peor de los males, hay muchos guerreros que comparten protagonismo.
Alear es el nombre de nuestro héroe con sangre de dragón divino que alguna vez libró una batalla contra el Dragón Caído, lo derrotó y sucumbió en un letargo de 1000 años. Al despertar, se dio cuenta que su lucha continúa con la misión de reunir 12 anillos que guarden el poder de grandes guerreros dentro de ellos.
Lo que marca la diferencia es que Fire Emblem Engage tiene un factor sorpresa: los anillos emblema. Este preciado accesorio es capaz de invocar héroes del pasado, como Marth, para que presten sus fuerzas a Alear y sus guerreros. La fortaleza de Engage es la manera en que estos espíritus se integran al juego dentro y fuera de las batallas gracias a su encanto. Es una historia que toma forma a partir de los héroes que giran en torno a nuestro avatar, y son justo los personajes quienes llevan sobre sus hombros la historia principal, que en realidad es algo floja y llena de clichés. Su desarrollo funciona sobre la misma línea que coloca por encima de todos el linaje del dragón divino, pero hay eventos que ponen algo de sazón a los conflictos. Todo esto lo veremos en cortes cinemáticos y conversaciones.
Es bueno ver nuevos personajes que se entrelazan con leyendas del pasado porque es la manera natural de combinar un juego moderno con altas dosis de nostalgia. Lo mejor de todo esto ocurre en medio de la batalla con el clásico sistema de turnos y algunas diferencias interesantes. Como de costumbre, tendremos que trazar en una cuadrícula una estrategia para derrotar a un líder, pero los objetivos dependen de cada misión.
Mueve bien tus piezas
Para lograr nuestro objetivo tendremos distintas unidades, cada una tendrá una forma diferente de moverse en el tablero y habilidades únicas. Al atacar será importante considerar un esquema de fortalezas y debilidades, según el arma que se empuñe, así que habrá que poner más atención en un triángulo al estilo piedra papel o tijeras para decidir si es mejor enfocarse en el ataque o esperar antes de poner en riesgo alguna unidad. Esto va de la mano con el sistema de ruptura, que puede dejar al oponente sin posibilidad de contraatacar. Estas interacciones lucen muy bien y se suman a los elementos únicos de algunos mapas.
Pero como dije, los anillos emblema son el verdadero factor sorpresa, ya que permiten que un héroe se fusione con cualquier unidad durante 3 turnos. La intención es tener características que pueden dar un giro a las batallas, como el movimiento a larga distancia, curar a todas las unidades o transportarse de inmediato a un lugar lejano. Todos los anillos de emblema son representados por héroes de Fire Emblem, como Celica o Roy, y los obtendremos sobre la marcha. Esta mecánica viene bien porque es poderosa pero justa porque tiene límite de uso. Para recargarse bastará con vencer enemigos o alcanzar puntos específicos en el tablero, así que al caer en esa casilla podremos usar el anillo emblema otra vez.
Este sistema es muy versátil y suma agilidad al juego porque permite que la estrategia cambie en segundos y que sea necesario hacer ajustes para tener mejores resultados, sobre todo en el modo donde perdemos nuestras unidades de forma permanente cuando son eliminadas en batallas. Por otro lado, es difícil que alguien pueda disfrutar sólo la historia y jugar sin preocupaciones, pues a pesar de que la dificultad es ajustable y está la opción de elegir perder o conservar las unidades al sucumbir en batalla, Fire Emblem Engage puede arrinconarnos y acabar con nuestras unidades una a una. Lo único que puede contrarrestar esta situación es un ítem que permite regresar algunos turnos para corregir las jugadas.
Además de la estrategia en el campo de batalla, existen varias capas de personalización en los personajes. A nivel estético podemos obtener algunos trajes y accesorios, pero lo más importante está en sus estadísticas. Como buen RPG, podemos equipar armas y elegir habilidades según nos convenga, pero también mejorar el arsenal subiendo el nivel de las armas o haciéndoles un grabado. Es una buena forma de ajustar el escuadrón a nuestras necesidades.
Conoce a tus aliados
Podremos hacer la mayoría de estas mejoras en el Somniel, un lugar sagrado que funciona como base de operaciones. Ahí podremos comprar y mejorar armas; invitar a comer a algunos personajes; encontrar algunos ítems y tener otras actividades especiales. Uno de los espacios más importantes es la sala de emblemas, donde, además de transferir habilidades de los héroes a nuestras unidades, podremos crear anillos más pequeños que son una especie de bonus. Estos anillos están representados por personajes de los juegos clásicos, un buen guiño que mantiene el aire de nostalgia. En la sala de emblema también podemos pulir los anillos lo cual, además de hacer gemir a los héroes, crea lazos entre las unidades y los espíritus para obtener algunas mejoras.
También hay minijuegos, otros espacios destinados al lado social, pero siempre para fortalecer a nuestro avatar y a sus aliados. Este apartado es típico de Fire Emblem, lo que significa dosis de mero fan service. Situaciones similares ocurren al terminar algunos encuentros, donde podemos caminar libremente, charlar con algunos personajes y obtener recompensas. En general, el apartado social es algo limitado y, aunque no es un desperdicio, es mejor en entregas anteriores.
Es curioso que Fire Emblem Engage tenga algunas buenas ideas que se quedan a medio camino. La más interesante es la torre de los retos, donde habrá que ganar varias peleas seguidas a modo de hordas; puede ser en modo cooperativo por relevos para superar retos y un pvp donde los enfrentamientos ocurren en mapas creados por jugadores. Estas modalidades me parecieron interesantes, pero les falta trabajo para que logren motivarnos a dejar el modo principal. Lo mismo ocurre con las actividades y los minijuegos; pienso que un poco de desarrollo podría hacerlos más interesantes y divertidos.
Todas estas actividades hacen que poco a poco el juego sume horas, pues aunque es repetitivo, hay buenas decisiones como las misiones secundarias. Estos eventos ocurrirán en el mapa mientras seguimos la aventura principal, pero podemos desviarnos para superar y reclutar nuevas unidades.
Por otro lado, aunque el juego es limpio y lleno de acción, los momentos destinados a los vínculos están algo descuidados. Normalmente caminaremos por espacios muy pequeños con algunos puntos de interés en los mapas. Al poner atención en las texturas de los escenarios o en los NPC se notan texturas borrosas. Entiendo que son espacios de paso, pero sería bueno que mantuvieran el estándar de calidad del resto del juego. Y hablando de calidad, la música (como siempre) armoniza perfectamente los momentos álgidos de la batalla. Muchos reconocerán temas clásicos, pero también hay temas nuevos que mantienen la misma dirección. En cuanto a las voces, me parece que se hizo un buen trabajo de doblaje en japonés, con un montón de actores involucrados.
Almas que se unen
Fire Emblem Engage se adapta a la modernidad y, al mismo tiempo, nos sumerge en un baño de nostalgia pura. Es un juego en el que podemos pasar horas gracias a su sistema de batalla que es ágil y retador pero retoma grandes ideas del pasado y las vuelve más dinámicas con los anillos emblema. Aunque la historia puede tomar por sorpresa a los jugadores más fieles y algunos modos pecan por su sencillez, Fire Emblem Engage se arriesga con una propuesta nueva que pone en alto el legado de un clásico de clásicos.
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