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Los 2020 son los nuevos 90. Muchas de las series, películas, ropa y videojuegos que consumimos en el presente se esfuerzan tanto en parecer retro, que terminan siendo copias o productos de mediana calidad que se ven “baratos”. Vengeful Guardian: Moonrider es la excepción porque es una combinación perfecta de inspiración y modernidad.
Imagina que en una licuadora pones juegos como Mega Man X, la saga original de Ninja Gaiden, Hagane, Shinobi y hasta un poco de Contra, y al resultado le pones una pizca de títulos más recientes como Cyber Shadow y Panzer Paladin. Eso presenta JoyMasher, estudio que tiene como lema “We know Retro” (conocemos lo retro) y que lanzó en 2012 Oniken, para demostrarlo. Su siguiente título, Odallus, también cumplió, y con Blazing Chrome confirmaron que son de los mejores en lanzar juegos retro. Ahora, sin la presión de demostrarnos algo, nos sorprenden con su más reciente título, que rescata lo mejor de los plataformeros del SNES y del Sega Genesis y lo adapta de manera excelsa para que, tanto jóvenes como gamers cualquier de la old school la disfruten.
Un chapuzón a los 90
Como en las entregas de hace 30 años, la historia de Vengeful Guardian: Moonrider es básica: una institución conformada por un ejército de supermáquinas domina el mundo y nuestro protagonista, el Moonrider, se rebela contra ellas para acabar con su régimen totalitario. En algunas secciones hay cinemáticas y pocas veces aparecen diálogos breves y bien escritos porque el enfoque principal del juego es el combate y movimiento.
A pesar de que la acción predomina en Vengeful Guardian, hay un buen balance con el plataformeo. Nuestro personaje se mueve de forma fluida, y aunque imita el desplazamiento de la era de los 16 bits, es mucho menos torpe y limitado, sobre todo si usas un joystick. El primer nivel es excelente para mostrarnos los movimientos y sirve como patio de práctica. Aquí vemos a los enemigos más básicos, los que son un poco más poderosos, unos minijefes, plataformas para calcular nuestros saltos y más. A pesar de que conforme avanzamos conseguimos habilidades y chips, comenzamos con una movida esencial: el wall jump. Es casi idéntico al de Super Metroid, aunque más fácil de ejecutar.
Al final de cada escenario hay que enfrentar a un jefe, que son las otras máquinas parte de la dictadura. Al derrotarlos adquirimos una nueva habilidad, similar a lo sucede en Mega Man X. También obtenemos una calificación, que va desde el rango E hasta el S. Para sacar la nota más alta es necesario pasar el nivel lo más rápido posible, recoger todos los ítems y recibir la menor cantidad de daño.
Plataformero preciso y precioso
Además de estos superpoderes que le arrebatamos a nuestros enemigos, podemos encontrar chips, que son los ítems a los que me refiero. No son obligatorios para pasar el juego, pero ayudan muchísimo. Son 12 en total y sirven para ganar un salto extra, recibir vida cada vez que eliminamos a un rival, recuperar magia cada ciertos segundos y situaciones similares.
Obtenemos el más básico la primera vez que perdemos todas las vidas (así es, este juego es tan retro, que usa este sistema) y sirve para que los golpes de los enemigos nos dañen menos, pero la mayor calificación que podemos obtener es B. Incluso hay un enemigo que de un solo golpe nos hace perder todo, ideal para los gamers más hardcore y con años de experiencia.
Lo negativo es que sólo podemos equipar 2, así que depende de cada quien elegir los mejores para su estilo de juego. Durante mucho tiempo usé el que ayuda a descubrir los caminos secretos y el de doble salto, pero cuando enfrenté a jefes que me costaban mucho trabajo, cambié el primero por el que regenera vida en pocos segundos. Es muy divertido encontrar cada chip y descubrir lo que hace.
Tu juego, tu decisión
Con excepción del primer y último nivel, podemos pasar los escenarios en el orden que queramos, algo que se agradece mucho porque podemos ir primero a los menos complicados, conseguir la habilidad del jefe y avanzar mucho mejor armados.
El diseño de niveles es fantástico; constantemente pensaba o me escuchaba decir en voz alta “¡Wow!” por los obstáculos y las secciones con ideas frescas y entretenidas que iban apareciendo. Muchos critican los escenarios de agua porque son frustrantes, pero el de Vengeful Guardian: Moonrider es más dinámico y las partes lentas se compensan con pequeños acertijos divertidos. Es como el nivel de agua del primer Sonic, pero mucho mejor.
Cada uno tiene un gimmick diferente. Además del de agua, hay otro en donde nos colgamos de naves que viajan sobre el aire, en otro nos adentramos en la selva y otro cambia la perspectiva y se vuelve parecido a los que encontramos en juegos de carreras del NES o como F-Zero. Eso sí, son muy difíciles, y al inicio, cuando desconocemos el camino, morimos seguido, pero se compensa con lo ingeniosos que son.
Por más veces que caigamos en un pozo o que un jefe nos derrote, es casi imposible dejar que nos gane la frustración y que dejemos de jugar, pues Vengeful Guardian: Moonrider es adictivo. Como cada poco tiempo nos lanza una gran idea o excelentes niveles, algo dentro de nosotros nos anima a levantarnos y a seguir adelante. Además, tampoco es un juego extremadamente complicado; su balance es perfecto.
Menos es más
A fin de cuentas, se inspira en títulos que nos dieron calambres y pesadillas cuando éramos niños, así que, si jugaste la era dorada de los plataformeros, tampoco se te complicará de más. De hecho, si eres un gamer menos experimentado, podrás superar el reto, aunque con un poco de estrés.
En total son 8 niveles, así que el tiempo total de juego ronda las 4 horas. Para muchos puede parecer poco, pero la intención del sistema de rankeo es que los pases múltiples veces hasta que obtengas la calificación más alta. Difícilmente tendrás la mejor en tu primera partida, además de que tal vez se te pase recoger un chip, pero el diseño de niveles es tan bueno, que cada escenario es altamente rejugable.
En apariencia, Vengeful Guardian: Moonrider es fantástico. No es el pixel art más hermoso que hemos visto en la historia, pero hubiera destacado en el Super Nintendo. El hecho de que sea un juego ubicado en una distopía futurista hace que los tonos oscuros ayuden a que apreciemos los más claros, algo que JoyMasher hizo muchas veces al combinar negro o gris con rosas, verdes y azules muy vivos.
No todo es perfecto (aunque lo parezca)
Vengeful Guardian: Moonrider tiene muchísimos elementos que lo hacen una recomendación sublime e ideal para esas personas nostálgicas de los 90 y que busquen jugar en sus trayectos. Tampoco diremos que es perfecto, pero sus fallas son mínimas. La primera, y tal vez la más notable es que, aunque pauses el juego, tu reloj sigue corriendo, así que si debes contestar el celular o ir al baño tu rango final se verá afectado.
Otro defecto pequeño es la historia. Además de ser un poco básica, es muy cliché, así que la hemos visto infinidad de veces en títulos del Genesis y SNES y durante muchos años.
Por último, me hubiera encantado que agregaran más chips a lo largo del juego. A pesar de que pienso que 8 niveles es un buen número y que son sumamente rejugables, pudieron repartir más ítems porque, como es muy divertido encontrarlos y probarlos. Añaden muchísimo sabor al combate y la exploración.
Veredicto
En conclusión, Vengeful Guardian: Moonrider es una sorpresa muy grata y una excelente manera de empezar el año. Si eres amante de los plataformeros y de los títulos retro, es perfecto para ti, y si no lo eres, puede brindarte un par de horas de mucha adrenalina, diversión y un reto considerable.
A pesar de que se parece mucho a sus inspiraciones, no es una simple imitación, sino un tributo a todo un género y una época que elevó al gaming y que guardamos con mucho cariño en nuestro corazón. Además, agrega varias cucharadas de su propia sazón para regalarnos un platillo suculento y que me hizo pasarlo en una sola sentada, porque es altamente adictivo. Lo mejor es que es una entrega que querremos jugar varias veces, así que es una muy buena inversión para tu catálogo.
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