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Algunos dicen que Dishonored se parece mucho a BioShock, otros a Half-Life 2 y algunos más a Deus Ex. Las tres opiniones tienen algo de razón, pues el equipo de desarrollo incluye talento de BioShock 2 y de Deus Ex y el director del juego es el de Half-Life 2.
Lo que sucede en Dishonored es una fantasía steam punk en un lugar donde la tecnología es impulsada por vapor y la decadencia está presente en cada rincón; aquí las máquinas, vehículos y robots conviven con la magia y lo oculto.
Sabemos que Corvo, el personaje que encarnas, busca vengarse de quienes lo inculparon de matar a la Emperatriz, pero lo que nos interesa en realidad es contarte nuestra experiencia al jugar una de las misiones del juego. Corvo tiene a su disposición habilidades mágicas que ganas conforme encuentras runas, y armas que compras y mejoras; en el nivel que jugamos nos permitieron tener acceso a todas las armas y habilidades disponibles.
Para cumplir tu tarea puedes seguir el camino del sigilo o hacer todo con violencia; de cualquier forma habrá sangre, mucha sangre. Nosotros seguimos el camino del sigilo para cumplir esta sencilla misión: entrar en la casa de un famoso miembro de la política local, secuestrarlo y entregarlo al contacto que nos dio la encomienda.
Todo comenzó a unas calles de donde se localizaba dicho contacto. Llegar no fue problema, pero en cuanto nos acercamos a la casa los guardias nos recibieron con amenazas, así que utilizamos las azoteas de la ciudad para dirigirnos al lugar. Una vez que estuvimos en el edificio contiguo, Corvo se teletransportó a un balcón, congeló el tiempo y disparó dos dardos tranquilizantes a los guardias que cuidaban esa entrada.
Utilizó la puerta para entrar, envió a un grupo de ratas a distraer a los otros guardias y subió las escaleras; una vez cerca de los aposentos de su enemigo, Corvo poseyó el cuerpo y el alma de un guardia más para poder pasar y en cuanto la posesión terminó se deshizo de él para después entrar en el cuarto de su objetivo y sofocarlo hasta noquearlo. El escape no fue tan sencillo.
Con el cuerpo a cuestas, nuestro personaje se teletransportó a la calle justo frente a un grupo de siete vigilantes, así que de inmediato soltó al inconsciente enemigo, congeló el tiempo, disparó con su ballesta para matar a cuatro y noquear a dos guardias, soltó un ejército de ratas para que devoraran a los soldados caídos y así fuera imposible que se levantaran de nuevo; cuando el tiempo volvió a la normalidad saltó sobre el séptimo guardia y atravesó su cráneo con un cuchillo.
Después de recoger el cuerpo, Corvo descubrió que había un Tall Boy -una criatura infantil con piernas gigantes, mortífera en sus ataques- patrullando la entrada a su ruta de escape. Lo distrajo con un ruido, se teletransportó y corrió a la salida para completar el trabajo. Sin embargo, esta no era la única elección para cumplir la misión; estaba la opción de entrar y matar a todos con habilidades que lanzan un pequeño huracán, asesinarlos después de congelarlos, usar granadas que lanzan picos al estallar o volarlos con puntas explosivas para la ballesta.
Lo que vimos de Dishonored nos lleva a concluir que estamos frente a un título versátil, increíblemente oscuro y con una ambientación genial, en definitiva, no podemos perderlo de vista.
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