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Los juegos tipo Defensa de la Torre se han beneficiado con la diversidad, no es rara la propuesta que intenta explorar nuevos territorios y Dungeon Defenders es un caso ejemplar que agrega elementos RPG y acción a la estrategia defensiva para fusionarlos con la opción de juego cooperativo, y que da como resultado una experiencia sumamente adictiva. No es una revolución al género, DoTA ya planteó el mismo esquema años atrás, el mérito radica en que se trata de la primera incursión de esta fórmula dentro de las consolas, además de perfeccionar cada detalle de este tipo de juego.
Aún si desconoces el concepto Tower Defense, seguramente has jugado algún título del tipo, especialmente si tienes un smartphone, pues en dichas plataformas existen en cantidades industriales. La idea es que colosales oleadas de enemigos invaden el mapa lenta o rápidamente, dependiendo de las circunstancias, intentando destruir todo a su paso para al final, llegar al centro de tu base. Tu deber es edificar torres y barreras para detener la invasión, pero a diferencia de otros juegos similares que te dejan como espectador mientras sucede el ataque, en Dungeon Defenders tienes un personaje para complementar la defensa y por supuesto, hacer más dinámica la experiencia de juego.
Los personajes no son opciones genéricas, cada uno cumple una función específica y se juega diferente a los demás, además de permitir la construcción de distintos tipo de torres. Tienes cuatro opciones: el cliché de la fantasía medieval, el clásico mago que se especializa en ataque a distancia, un guerrero para frenar el avance de los monstruos con sus artilugios de defensa, la cazadora que obstaculiza a las alimañas con su repertorio de trampas, y el monje, clase curandera que con sus poderes pasivos ayuda a aliados y daña oponentes. Cuando están todos juntos, la labor de cada uno se hace evidente: el hechicero construye torres que incineran adversarios mientras el caballero crea caminos más angostos a la vez que empala todo rival que tenga enfrente; la cazadora hostiga a los contrincantes con trampas eléctricas y al final, el monje protege al resto del equipo. Tratándose de un juego con tintes de rol, tienes oportunidad de personalizar a los personajes, disponiendo de un complejo árbol de actualización, mejorando tanto habilidades personales como capacidad de defensa de las torres.
Todo lo que haces en el campo de batalla tiene un costo, sea torre, hechizo o trampa, que pagas con Mana; esta mágica moneda del juego puede recolectarse por medio de cristales que arrojan los enemigos una vez derrotados o en cofres que aparecen al terminar la oleada. En estos momentos de paz, antes del siguiente ataque, tienes oportunidad de plantear la estrategia, es decir, construir o reparar las defensas y actualizar tus torres.
Lo robusto del contenido es aparentemente maravilloso, y en realidad ofrece incontables horas de diversión, el gran inconveniente es que si prefieres aventuras solitarias tendrás grandes problemas y una experiencia posiblemente tortuosa, pues Dungeon Defenders está diseñado para funcionar en cooperativo. Jugar a solas no sólo es aburrido sino exageradamente difícil. Puedes terminar el juego, pero es una labor que en lugar de divertida se vuelve extenuante y laboriosa, ya que antes de enfrentar los mayores desafíos, tendrás que subir de nivel a cada personaje, y al final, te verás corriendo más de la cuenta, una y otra vez por el campo de batalla, con el fin de ajustar defensas; en teoría parece parte del reto, pero la naturaleza del juego provoca que resulte impráctico para una sola persona. La diferencia de jugar en compañía de tres jugadores lo hace lucir como otro título por completo.
Y si te cansas de la campaña, accede a las modalidades adicionales que incluyen desafíos extra para las misiones; estos incrementan la dificultad considerablemente al imponer retos como proteger a un jugador sin habilidades, destruir a una criatura súper poderosa, acabar con cierta cantidad de adversarios en un tiempo límite o jugar sin construir torres. También puedes jugar las misiones en competitivo para descubrir quién es el mejor guerrero; en supervivencia gana el que muere al final y en el modo estrategia pura, se utilizan únicamente torres. Pero si todo esto es insuficiente para saciar tu sed de violencia o estás harto de la Inteligencia Artificial, está la opción de enfrentar a otros jugadores en una especie de arena de combate.
Desafortunadamente, el título está lejos de ser perfecto, adicional a los problemas al jugar solo, seleccionar a tu objetivo tiende a ser impredecible, mientras que los menús son confusos. Bajo la misma línea, el tutorial explica únicamente lo básico de la robusta cantidad de contenido que existe dentro del juego, el resto queda a tu capacidad de descubrimiento o de adivinación para entender cómo funciona.
Dungeon Defenders es un juego divertido y frenético, que mezcla perfectamente los géneros rol, acción y estrategia en una experiencia cooperativa única, al punto de convertirse en el Castle Crashers del Tower Defense. Jugar en solitario es una tortura, pero también es un hecho que te mantendrá ocupado y entretenido durante semanas si estás dispuesto a compartir la aventura con amigos o desconocidos via online.
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