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Se dice que el RPG japonés está agonizando y que falta creatividad, e incluso hay quienes declaran que el ingenio se agotó completamente, lo que nos deja con una deprimente sombra de glorias pasadas. Eso, en nuestra opinión, es cuestión de perspectivas, pero si algo queda claro es que la inventiva nipona aún tiene mucho que ofrecer y Ni no Kuni es un ejemplo estelar de esa virtud, pues al combinar el talento artístico de Studio Ghibli con la magistral habilidad de Level-5 para construir mundos envolventes, estamos ante una obra fascinante y portentosa no sólo dentro del género, sino en todo el entretenimiento del pixel que demuestra la capacidad de este medio para maravillarnos y llegar hasta la más profunda de nuestras emociones.
La historia de Wrath of the White Witch puede parecer un tanto estéril para lo que acostumbra Ghibli, el estudio de animación más venerado en Japón y una de las mayores influencias para los desarrolladores de aquella nación. Adaptar eso a videojuego no es fácil, y es que el cuento relata la infortunada vida de Oliver, un niño que vive con su madre en la pacífica pero cada vez más complicada villa de Motorville. En esta aldea, que parece arrancada de una película norteamericana de los años 50, nuestro protagonista tiene una existencia relativamente tranquila hasta que un fatídico accidente lo cambia todo y el joven es transportado a una mágica realidad paralela, donde podrá usar su nobleza para salvar ambos mundos y encontrarse a sí mismo, además de poder averiguar su propósito en la vida.
Debajo de esa pila de clichés porque lo son, aunque tratemos de verlos con buenos ojos se esconde una aventura en la que lo importante no es tanto el viaje ni el final, sino los rostros que la alimentan. De inicio está el papel protagónico, que escapa al estereotipo de pedante héroe o joven impetuoso y en su lugar queda un personaje de naturaleza bondadosa, que prefiere ayudar a las personas en lugar de reclamar victorias en batalla. Oliver no emprende la mística misión por recibir alabanzas, ni siquiera para ser aceptado, lo hace porque sabe que así podrá ayudar a aquellos que ama, y a quienes lo necesitan. Con el paso de las horas y de escena tras escena, la búsqueda de nuestro amable héroe se vuelve tan relevante, y la gente que ayuda tan memorable, que al final terminas completamente inmerso, como si el mágico lugar en verdad existiera.
Lo interesante es que Ni no Kuni toma la dualidad de mundos para ilustrar interesantes analogías, obligándote a saltar entre realidades a fin de que resuelvas una serie de misterios y auxilies a los habitantes de maneras inusuales. No tienes que ser sumamente ingenioso ni resolver tareas matemáticas, simplemente hace falta seguir los diálogos hasta dar con el individuo en sufrimiento y cumplir sus peticiones. Sin embargo, el juego va más lejos que sólo completar misiones; lo que hagas de un lado del espejo tiene impacto en el opuesto, pues todo el reparto tiene su alter ego correspondiente, que cambia radicalmente dependiendo de la dimensión, de modo que si en el mundo real te encuentras con un amargado mecánico, en el otro lo conocerás como un poderoso hechicero, los 2 con el mismo rostro. La complejidad interdimensional no es comparable con Chrono Trigger ni con su sucesor espiritual, pero es suficientemente elaborada para que haya variedad.
Por fortuna, no se trata de un juego pacifista, tiene acción de sobra, sin mencionar que Oliver podrá tener un alma benevolente pero cumple su misión de salvamento con voluntad férrea. Así, Wrath of the White Witch combina 2 populares mecánicas para fusionarlas en una equilibrada fórmula de entretenimiento constante: el primero toma inspiración de Pokémon, al presentar un robusto catálogo de criaturas listas para ser capturadas, siempre y cuando las derrotes en batalla, y el segundo está basado en la estrategia, como veremos más adelante.
En cuanto a la primera mecánica, encontramos toda clase de excéntricos artefactos y las más exóticas bestias que podamos imaginar, todas con gran personalidad, y justo como en el juego al que rinden tributo, son sirvientes capaces de elevar su nivel, evolucionando a formas más poderosas que a su vez, permiten usar nuevas habilidades. Lo mejor de dicho esquema es que no requieres capturar todas las variantes de monstruo, es suficiente tener un puñado y especializarlo, con la opción de investigar e invertir tanto tiempo como desees. Ahora, sin importar si conservas un par o decenas de ellas, debes mantenerlas felices, alimentarlas con ciertas golosinas para mejorar atributos específicos o equiparlas con armadura y armamento para incrementar su eficiencia.
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