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Aunque es evidente que Slang y Efecto Studios invirtieron mucho tiempo y esfuerzo en El Chavo Kart y eso hay que reconocerlo, tristemente, el título basado en el show El Chavo Animado es un exponente superficial y francamente mediocre del género de karts. Tomó lo más estereotípico de la categoría, lo disfrazó con elementos latinos o de la serie y se detuvo, por lo que el aporte resulta pobre y empañado con problemas de diseño y técnicos.
El Chavo Kart es un juego de carreras desenfadado, basado en la fórmula que Mario Kart domina, donde personajes de la serie compiten por alcanzar el primer lugar arrojándose poderes, derrapando y recorriendo pistas temáticas de fantasía, situadas en Brasil, México y el espacio.
El título se divide, fundamentalmente, en 3 tipos de experiencia: las 8 copas, que desbloquean personajes; la exhibición, con 6 modalidades de carrera; y los desafíos, cada 5 de los cuales desbloquea una pista para el modo Exhibición. No existe personalización, no hay forma de conocer los atributos de cada carro y personaje, ni multiplayer en línea, solamente local para 4 jugadores.
Cada copa incluye 4 carreras estándar y una por objetivos, y es la única forma de probar la totalidad de los recorridos sin tener que desbloquearlos. Eso parece motivación suficiente para ganarlas todas; no obstante, existen solamente 20 pistas, la mitad de las cuales son repetidas pero en sentido contrario y a diferente hora del día, así que el modo rápidamente se torna repetitivo.
Los trazados y el juego en sí capturan con éxito el espíritu de la caricatura, pero el diseño arriesga muy poco y confunde obstáculos con dinamismo, pues ni siquiera existen verdaderas rutas alternativas o atajos, sólo libramientos, peraltes y uno que otro salto. Abundan trabas, como palmeras que se agachan, meteoritos o jugadores de futbol que se atraviesan para hacer la vida difícil al jugador, pero no hay verdadera audacia. En la pista de Acapulco, por ejemplo, uno de los obstáculos es un cangrejo que atraviesa lentamente el camino y eso ilustra bien de lo que hablamos.
Hace falta ese segmento donde la mecánica de juego se ve refrescada por un cambio de tajo, como un trecho submarino, otro aéreo, circuitos que se transforman con cada vuelta, olas, planeadores; algo inesperado que sacuda las cosas. En una industria acostumbrada a copiar fórmulas, el pecado no está en hacerlo, sino en no mejorarlo, y es ahí donde falla El Chavo Kart: copia lo básico y lo implementa de manera mediocre... nada más.
En efecto, a veces pasas por un estadio o corres por debajo de un volcán, pero si ignoramos por un segundo lo estético, nos quedamos con la misma experiencia casi en todas las ocasiones. Lo más llamativo es, quizá, un agujero negro en la Ruta Espacial o los bucles en Brazilian Sky, ruta que por cierto, sufre con el índice de cuadros por segundo constantemente, debido a que es la más saturada de elementos visuales, pero no pudo materializarse sin pasar la factura al rendimiento.
Los modos de juego son la carrera normal, a contrarreloj, de supervivencia (donde se elimina al último lugar cada 20 segundos), de resistencia, que demanda acumular puntos, y de recolección de monedas. Existe suficiente variedad como para mantener las cosas entretenidas un par de horas, pero hasta ahí, sin mencionar que nada es precisamente inédito.
En cuanto a los desafíos, estos supuestamente están pensados para ayudar al jugador a dominar las destrezas requeridas, pero la modalidad carece de consistencia en términos de dificultad y diseño, por lo que a la larga termina por convertirse en un modo irritante. Para ilustrar esto, basta poner como ejemplo un "reto" donde la encomienda es derrapar continuamente en varias ocasiones a lo largo de una sola vuelta. El problema es que la pista elegida para la tarea es demasiado estrecha, recta y corta, así que resulta virtualmente imposible lograrlo sin romper la mecánica de juego. ¿Cómo? Permanenciendo en un carrusel y dando vueltas de la manera más monótona y poco divertida posible, pues de otro modo las curvas no alcanzan. De hecho, hay vueltas en ángulo de 90°.
Otro ejemplo. Un reto en el cual la encomienda es saltar sobre 5 rivales en un orden específico y durante la primera vuelta, que equivale a tener algo así como 1 minuto para lograrlo. ¿Qué sucede si en el transcurso, el corredor al que hay que eliminar choca por culpa de otro NPC? Pues bueno, hay que frenar y esperar a que nos rebase nuevamente para efectuar la maniobra, la cual demanda exactitud milimétrica, pese a que los karts son más pirinolas frenéticas que monoplazas estables. En pocas palabras, es desesperante y tristemente, no se puede ignorar porque es la única manera de sacar todas las pistas.
Por lo que respecta al manejo, éste es sólido y responsivo en términos generales, pero también hay detalles. La sensación de adherencia es casi nula. A veces fallan las cajas de colisión cuando se choca a un corredor rival y no existe forma intuitiva ni consistente de arrancar con impulso en la largada inicial. El primer instinto es hacerlo como en Mario Kart ―acelerar entre el segundo 2 y 1 y acumular revoluciones― pero en El Chavo Kart, esto no siempre ocurre y cuando sí, el boost es mínimo.
En cuanto a los powerups, El Chavo Kart se apega a la fórmula de repartir hileras de cajas sorpresa a lo largo de la pista, éstas con forma de barril y, como era de esperar, lo que encontramos son equivalentes localizados de lo visto en Mario Kart. Los ejemplos son: el avioncito de papel que saca de control al competidor del frente, el periódico que invierte los mandos, la almohada trasera para rebotar poderes, el chile que le da un gran impulso de velocidad continua al auto o la torta de jamón que incrementa la velocidad en pequeños impulsos.
En total hay 9 power-ups que, en realidad son pocos, pero las pistas son tan estrechas y monótonas que realmente no veríamos la necesidad de más. Es decir, no hace falta la estrella que te permita tomar atajos a campo traviesa porque dichos atajos son rarísimos en El Chavo Kart. Y bueno, debido a que sólo son 9, pues el grado de repetición es constante.
Gráficamente El Chavo Kart está a años luz de otros títulos de la categoría, pero no es precisamente feo. Corre en el motor Unreal Engine y es un juego colorido con un estilo consistente con el de la caricatura, así como una buena dosis de cel-shade. Dignos de mención son los circuitos Brazilian Sky, lleno de globos, nubes y bucles, La Feria y Pueblito, que tienen personalidad y capturan la mirada.
Cada pista tiene un acompañamiento musical propio que francamente pasa desapercibido, con un tono tétrico en el caso de la pista del Castillo del 71 o batucada para los recorridos en Brasil, por citar unos ejemplos. No está mal, pero como mencionamos, tampoco destaca y el tema clásico de El Chavo del 8 que se reproduce en los menús y se entrecorta cuando se reinicia el loop en el que se está reproduciendo, es decir, no se cuidaron los detalles.
Los personajes tienen las voces originales y recitan líneas graciosas congruentes con lo que pasa en cada carrera, lo que abona a la consistencia conceptual del juego. El cinemático de arranque sufre de screen-tearing, las pantallas de carga son demasiado prolongadas para ser un título tan simple, padece ciertos congelamientos raros cuando se reinicia algún desafío y hay anomalías con el flujo de cuadros en algunas pistas.
Al final del día, El Chavo Kart demuestra esfuerzo detrás de su desarrollo, pero queda muy, muy corto cuando se le compara con otros exponentes de la categoría. Visualmente es pintoresco y atractivo, y es encomiable ver a la cultura latina expuesta en un juego, pero cuando consideramos las mecánicas, tenemos una experiencia gris e intrascendente que sólo destacará entre los pequeños que se dejen llevar por su aspecto o por la serie animada.
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