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Éste ha sido un gran año para los amantes del género de caza de monstruos. Salió Final Fantasy Explorers, Monster Hunter Generations y también God Eater Resurrection, ¿cuál sería la cereza del pastel para lo que resta de 2016? God Eater 2: Rage Burst, sin embargo, esta mejora de la secuela directa de la serie deja mucho que desear porque se siente hecha al vapor, como por compromiso. Esto afecta mucho al producto que Bandai Namco ha tratado de impulsar desde hace poco más de un año, cuando anunció que venía con todo para hacer de God Eater una franquicia mucho más fuerte.
Para entender lo anterior hay que recordar que God Eater salió en 2010 en el PlayStation Portable y su éxito fue moderado. Debido a esto Bandai decidió lanzar otra entrega para la misma plataforma a la que no le fue tan bien a pesar de que estuvo disponible en otros mercados aparte del japonés. Después, con la aceptación del PlayStation Vita en Japón y el buen paso del PlayStation 4 decidieron desarrollar un remake de la entrega mejorada del primer juego de la serie (está bien si no lo entendiste) y después crearon por fin una secuela… que también tuvo una segunda edición con algunas mejoras. En otras palabras, Bandai Namco intenta, por las buenas, que adoptes esta franquicia que luce bien, pero que en la práctica no funciona como quieren.
Con todo esto en mente, ¿de qué va God Eater 2: Rage Burst?
La historia de este título desarrollado por Shift y dirigido por Kou Yoshimura se lleva a cabo 3 años después de los hechos que sucedieron en God Eater Resurrection. En esta ocasión, una pandemia causada por la Red Rain atacó el cuartel en el Lejano Oriente y miembros de las fuerzas especiales de Blood, una filial de Fenrir que vive en una base móvil conocida como Friar, deben investigar lo sucedido. La historia de esta entrega se centra en 2 facciones de God Eaters: la unidad especial llamada Blood que es en la que participas y Fenrir, cuya historia se lleva a cabo en la primera entrega de la serie. Pienso que pudieron hacer algo más por la historia, en especial porque se siente igual a la de la entrega pasada y eso no sirve como para querer adquirir esta nueva entrega.
Tus primeros pasos como God Eater son idénticos a los que viste en God Eater Resurrection: creas un personaje, lo personalizas y, después, por obra y gracia del destino, eres reclutado para entrar de lleno a la dura tarea de cazar Aragamis. Después, para terminar la bienvenida, te lanzas a la primera misión que es donde aprendes él “a, b, c” de las mecánicas del juego. No tendrás problema si jugaste God Eater Resurrection porque los controles siguen igual: corres, saltas, tienes un golpe débil, otro fuerte, puedes defenderte con un escudo y transformas tu arma de espada a rifle las veces que quieras. Incluso la interfaz de usuario durante los combates sigue igual. Entonces, ¿dónde están los ajustes o nuevo gameplay? En God Eater 2: Rage Burst se implementó algo llamado Blood Rage, una mecánica en la que llenas una barra amarilla mientras atacas enemigos para activar una habilidad que da varias mejoras a tu personaje, como; invencibilidad temporal, disparos más contundentes y ataques más letales. Esto tal vez no suena a un gran diferenciador, pero al menos otorga una nueva identidad a God Eater 2.
En otras palabras, el juego se siente igual: eliges una misión, la terminas, recibes los ítems y recompensas, regresas a la base, hablas con los personajes, continúas la historia, te lanzas a otra misión más difícil y así. Todo eso con, a veces, pequeñas animaciones para justificar el dramatismo. Debo admitir que esto está bien porque es sencillo y amigable para los jugadores que no quieren clavarse en un juego tipo Monster Hunter al que deben dedicar muchas horas. En God Eater 2: Rage Burst el ritmo es rápido y el objetivo claro: acabar con los Aragami y salvar el mundo.
Para no variar tanto, igual que en la entrega pasada, puedes personalizar tus armas con los objetos que obtienes en combate y los ítems que arrebatas a los Aragami. Sumado a eso puedes mejorar las habilidades, tanto de tu personaje como las de tus compañeros en la historia. Conseguir todos los materiales es satisfactorio, pero complicado, aparte de que son muchas las armas que puedes forjar o ajustar para que sean más fuertes. Si de plano esto no es lo tuyo, también tienes la posibilidad de comprar armamento nuevo por una módica cantidad de dinero. A final de cuentas, estas opciones están para que, como jugador, elijas cualquier camino: ya sea que te guste complicarte la vida o llevar todo tranquilo y usar el dinero para hacer mejores loadouts.
Es raro que encuentres a otros usuarios en el modo multijugador
Por otra parte, la historia de God Eater 2: Rage Burst se cuenta sola y cae en un cliché tras otro. Eres “la última esperanza”, despiertas las técnicas especiales antes que tus compañeros y resuelves los problemas que hay entre ellos. Los coprotagonistas también caen en varios clichés; la chica que enseña mucha piel y es súper optimista, el hiperactivo que nunca se desanima, el sobrio líder que se asombra por tus habilidades, la misteriosa nueva integrante con la misma personalidad de un panqué, pero que al mismo tiempo es bonita, y el chico al que le salvas el pellejo y se vuelve tu rival amistoso por el buen ejemplo que eres para él.
¿A qué quiero llegar con esta simple explicación de los personajes? Sencillo, no se quebraron la cabeza ni un poquito para que el ambiente se sintiera diferente en comparación con lo que viste en la entrega pasada. Ahora, creo que salir de la línea trazada era un riesgo que valía la pena correr, en especial para volver más emocionante la historia, pero a final de cuentas, el equipo a cargo de esta franquicia decidió tomar el camino fácil, tal vez para no errar y entregar un producto “bueno” a secas.
Del lado de la acción, tienes en God Eater 2 Rage Burst un entretenido título de acción con mucho reto al que debes dedicar tiempo para poder dominar. Esto es porque los personajes tienen una progresión parecida a la de un RPG tradicional, pero que requiere dedicación para que tu personaje desarrolle habilidades que den golpes más fuertes o que tus compañeros realicen acciones que puedan facilitar los combates contra los Aragami. En el aspecto técnico está el problema de siempre: el control de la maldita cámara. No importa qué hagas o intentes, la cámara, al ser tan libre y en tercera persona, te ubicará en posiciones comprometedoras como quedar detrás de un enemigo con la guardia abierta. A pesar de estos bemoles, la variedad de armas y cómo influyen en las batallas traen mucha emoción al juego. Cambiar de balas, rescatar a tus compañeros o dar el último golpe que derrote al Aragami para finalizar la misión dan una gran satisfacción, muy a pesar de que la experiencia puede resultar repetitiva.
Algo que no debía faltar en God Eater 2: Rage Burst es el modo multijugador, el cual es el mismo que en la entrega pasada; puedes jugar la historia o realizar misiones secundarias con otros 3 jugadores. El problema es que tal vez sea un poco complicado encontrar otros usuarios para jugar. Si tienes un grupo de amigos a los que les guste el juego, pues felicidades, porque sacarán provecho a un modo que estoy seguro de que pocos juegan porque no hay nadie más con quien interactuar.
El apartado visual se ve mediocre. No es extraordinario y se nota a primera vista que el desarrollo estuvo atado todo el tiempo debido a que God Eater 2 fue pensado para el PlayStation Vita. Tal vez encontremos una mejor presentación si comparamos este juego directamente con God Eater Resurrection, sin embargo, no es como para realizar una fiesta por el resultado obtenido. Creo que lo que ilusiona más es que al principio te encuentras con una bella animación digna de un anime, pero después te das cuenta de que el juego depende más del CGI que de esa clase de recursos. ¿Te imaginas que God Eater 2: Rage Burst tuviera visuales con la calidad de un Naruto Shippuden: Ultimate Ninja Storm? Eso lo volvería espectacular, pero tal vez sería pedir demasiado para un título que depende mucho de grandes escenarios y varios elementos en pantalla.
El audio es algo realmente triste porque las voces tienen una calidad muy pobre, es más, puedo asegurar que se escucha una especie de lluvia de tan mal que están las compresiones de audio. Si el juego no tiene doblaje japonés, ¿por qué no tener una mejor calidad en la grabación de lo que dicen los personajes? Es lamentable que los desarrolladores no dieran importancia a este apartado.
God Eater 2: Rage Burst es una secuela con mecánicas que no sobresalen. Ojo, es entretenido y fácil de jugar, pero tal vez no vale la pena invertir en esta entrega ahora cuando hace más o menos un mes invertiste en la edición pasada. El título del género de caza es divertido, tiene muchas horas de juego y cuenta con todos los elementos que agradan a los más ociosos jugadores que gustan de sacar el mayor provecho a los elementos de personalización en esta clase de entregas. Si ésta es la primera vez que juegas un God Eater, adelante, es sencillo y cuenta con un gran ritmo. Si no, lo mejor es que te tomes tu tiempo y esperes alguna rebaja.
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