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Hace varias semanas, y en el marco del estreno de la exitosa película, Warner y Avalanche liberaron un trailer de Mad Max y elevaron la expectativa por el juego hasta los cielos, con la promesa de una entrega muy bien presentada, con un tono áspero, amplia exploración y sólido combate; después empezaron a emerger insinuaciones de simpleza, falta de actividades y, para hacer las cosas breves, superficialidad. Bueno, lo jugamos hoy y quedamos con un buen sabor de boca, aunque lógicamente, Mad Max no ostenta el mismo nivel de profundidad que The Witcher: Wild Hunt ni mucho menos.
El demo que probamos comenzó en las cercanías de un campamento de forajidos donde, de inmediato, pusimos a prueba los talentos de Mad Max como peleador callejero o, mejor dicho, de las arenas. Quienes sean fans de la serie Arkham se sentirán como en casa gracias al fluido sistema de combos, remates y bloqueos que conforma la estructura de las peleas en Mad Max, donde hilar varios parries y secuencias de golpes conduce a una especie de ejecución o, incluso, a la opción de sacar la escopeta y volar las entrañas de alguien con lujo de espectáculo.
Al terminar nuestra cátedra en materia de patear traseros, procedimos a recolectar loot, una forma elegante de decir que pepenar es el pan nuestro de cada día en Mad Max. Recordemos que éste es un arenoso mundo abierto postapocalíptico donde, como dice el trailer, quien no anda sobre 4 ruedas está, figurativamente, frito. Y es que, a pesar de contar con un sólido sistema de intercambio de golpes, Mad Max es, ante todo, un juego de guerra de vehículos ―como la película, aunque esto no es una adaptación directa―.
Así las cosas, luego de recoger un puñado de metales retorcidos y agua, que por cierto sirve para recuperar vida, procedimos a mejorar nuestro Magnum Opus (Obra Maestra). El fierro viejo es la moneda aquí y con él se compran optimizaciones como neumáticos reforzados, blindajes, nuevos motores, etcétera, y toda modificación tiene un efecto notorio en la conducta del vehículo, ya que lo hace quizá más pesado pero resistente o rápido pero frágil. Esto poco se parece a Fallout o a The Witcher, entonces aquello que pepenas es sólo chatarra genérica, no levantas piezas específicas, documentos o armas, simplemente chatarra con excepción del combustible, cuyas garrafas se distinguen de otros elementos a recolectar y que debes depositar en la cajuela de tu carro.
Y ya que hablo de la parte posterior del carro, en ella hay un acompañante. No supimos más de él, pero hace las veces de artillero porque acciona diferentes tipos de arpones montados sobre el Magnum Opus para averiar o inhabilitar los vehículos de los War Boys ―sí, los mismos de la película―.
En fin, luego de pepenar un rato, apareció en el mapa el indicador de que una caravana de War Boys estaba cerca y el desarrollador guía nos encaminó hacia ella, pues destruirla venía con la promesa de recolectar una jugosa montaña de... ¡adivinaron! chatarra. Pero hacerle frente demostró ser, para nuestra sorpresa, una tarea muy difícil, pues la caravana estaba conformada por 5 o 6 vehículos más un carro acorazado que fungía como líder.
El combate de vehículos en Mad Max funciona de la siguiente forma. Te aproximas al vehículo rival y: a) lo chocas de frente, b) accionas un arpón y le arrancas una puerta o un neumático, c) accionas un arpón explosivo y lo haces estallar, d) te pones lado a lado y lo empujas, oprimiendo cuadro, e) te pones lado a lado y le disparas con tu escopeta. Éstas son sólo unas alternativas pero existen otras, como dañar el blindaje enemigo y disparar a sus tanques de combustible; en fin, si en algo se parece Mad Max a la película es en esto: el combate de vehículos emocionante, responsivo y, sobre todo, divertido.
Destruir al convoy nos tomó varios minutos y en el trámite del enfrentamiento nos cruzamos con más War Boys que se unieron a la refriega, y cuando finalmente bajamos del auto para pelear a puño limpio, encontramos otro problema: los francotiradores que acechaban el páramo. Para eliminarlos fue necesario subir a la parte posterior de nuestro vehículo y usar un rifle especial apoyados sobre el toldo.
El combate de vehículos es emocionante, responsivo y, sobre todo, divertido.
Algo que nos gustó mucho fue la parte gráfica: las explosiones, las chispas y los pedazos de metal al destruir un auto, todo está muy bien trabajado y adereza a la perfección la acción sobre la arena. Incluso al usar binoculares eran perceptibles las típicas ondulaciones en la distancia, producto del calor emanado por la arena.
La única interrogante con la que nos quedamos fue la de la aparente escasez de espontaneidad. Abrimos el mapa y vimos que existía un buen número de actividades regadas por el extenso territorio de juego, pero también nos topamos con kilómetros de arena vacía. De acuerdo con el desarrollador que nos guió, habrá una plétora de tareas, como espantapájaros ―lo que sea que eso signifique―, misiones de historia, campamentos enemigos, escombros y, por supuesto, más convoyes para entretenerse, pero no somos nuevos en esto de los mundos abiertos y sabemos que arrojar un montón de faenas al territorio, no necesariamente inyecta vida. Sí, esto es un paisaje árido e inhóspito, pero también lo eran Wasteland en Fallout o el Viejo Oeste de Red Dead Redemption y pese a ello, se sentían espontáneos e impredecibles mientras que en Mad Max da la impresión de que lo marcado en el mapa representa la totalidad de lo que el juego tiene para ofrecer. Esta estructura quizá resulte muy cuadrada para los estándares de una generación que espera que en cada rincón haya un secreto o artefacto que mantenga las cosas misteriosas y en movimiento.
Pero incluso con estos cuestionamientos, quedamos con más ganas de Mad Max, puesto que el tono de la experiencia y la singular mezcla entre combate vehicular y con los puños, le confieren una identidad propia. Esto sin mencionar que la historia sigue en el aire y los cinemas del trailer eran muy prometedores. Resolveremos nuestras dudas pronto porque el juego sale en septiembre.
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