El género RPG se ha nutrido de muy diversas fuentes a lo largo de su evolución, los trabajos de J.R.R. Tolkien fueron importante inspiración, pero tal vez la más importante razón de que estos juegos de rol sean tan populares la debemos a Dungeons & Dragons, juego de mesa que en sus más de 35 años de existencia, ha sido la pasión de millones de geeks en todo el mundo, incluidos desarrolladores de la industria del píxel.

Desde entonces hemos recibido varias adaptaciones en videojuego, algunas más satisfactorias que otras; Baldur’s Gate, Neverwinternights, todos situados en la mágica realidad de Forgotten Realms, el escenario más célebre de la franquicia de rol. Dentro de este mundo fantástico aparece una nueva propuesta, menos compleja y más accesible.

Dungeons & Dragons Daggerdale parte de una primicia cliché: una hechicera profetiza la destrucción de una nación y por ello convoca a cuatro guerreros para evitar la catástrofe. Podremos elegir entre ese grupo de héroes para la aventura, aunque no tenemos la opción de combinar raza, clase ni género, pues viene predefinidos: clérigo enano, pícara elfa, hechicero mediano y guerrero humano. Sólo es posible escoger un personaje a la vez, por lo que no encontrarás réplicas del mismo peleador en la misma partida. Puede parecer ilógico, pero de acuerdo con Bedlam, el desarrollador del juego, se ajusta a las reglas de la cuarta edición de los Dungeons & Dragons. Y es que el estudio trabajó en coordinación con Wizards of the Coast, la editorial poseedora de los derechos del juego clásico, para satisfacer lo más posible a los fans, tarea realmente desafiante tomando en cuenta la fascinación de la audiencia por este producto.

La mecánica de juego nos sumerge en intrincados calabozos repletos de enemigos, trampas y secretos. El objetivo principal, como es de esperarse, consiste en trabajar en equipo con tres compañeros más, ya sea en línea o con pantalla dividida en local. Afortunadamente el cooperativo es lo más importante de la experiencia, por lo que dispondrás de tácticas en tiempo real para enfrentar hordas de enemigos, mientras exploras extensas regiones y sin necesidad de ponerte de acuerdo, cualquier persona puede sumarse a tu juego en el momento que sea, o al contrario, unirte a la partida de alguien más sin que se pierda el avance.

Ajustándose al esquema clásico de los juegos de rol, puedes mejorar a tu personaje tras completar misiones o matar enemigos y en consecuencia, obtener experiencia que sube tu nivel. Esta progresión permite adquirir nuevas habilidades y mejorar las ya existentes, con la limitante de que no todas pueden elevarse al máximo. Por supuesto, también tenemos las imprescindibles recompensas por ayudar a la gente, los ítems que se pueden comprar en tiendas, o el equipo que tiran los enemigos.

Es innegable que Dungeons & Dragons Daggerdale pudo haber sido un juego mucho mejor elaborado, empezando por la presentación visual que a pesar de ajustarse a la mitología de su inspiración en términos artísticos, se refleja un tanto burda. Además, las misiones las cumples sólo porque están ahí, debido a que la historia no te mantiene pegado, una lástima considerando que el eje del juego de rol original se guía por un excelente desarrollo argumental, sea por la imaginación de un Dungeon Master o el resto de los participantes.

A pesar de todo, lo sencillo del combate y las constantes dosis de acción, hacen que la experiencia de juego sea muy accesible, con lo que puede atraer a una nueva audiencia menos exigente, a las duras reglas de Dungeons & Dragons.