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En una industria repleta de shooters en primera persona, a veces es bueno observar lo que hay más allá de los productos comerciales. Los títulos independientes son una buena opción porque algunos ofrecen una buena dosis de diversión; el problema es que hay otros que resultan decepcionantes. Ése es el caso de Crimsonland para PlayStation Vita.
Antes de explicar por qué llegué a esa conclusión es primordial colocar en la mesa algo de contexto. Crimsonland es un shooter con cámara aérea creado por 10tons (desarrolladores de Sparkle Unleashed, King Oddball) y lo primero que noté es la ausencia de una historia en sí. El modo principal, llamado Quest, está dividido en 6 escenarios que a su vez, se componen de 10 niveles cada uno.
Al iniciar la primera partida, mi personaje estaba en medio de un enorme espacio abierto donde aparentemente no sucedía nada; sin embargo, después de pocos segundos montones de enemigos comenzaron a invadir la pantalla y había que exterminarlos. Es muy sencillo acostumbrarse a los controles, especialmente para los fans del género, ya que sólo involucran los 2 sticks de la consola portátil para moverse y determinar la mira, y los botones L y R para recargar y disparar, respectivamente.
Cada vez que empiezas una misión tu única arma será una pistola muy limitada, pero cuando acabes con los enemigos soltarán power-ups que van desde bombas y ralentización del tiempo hasta municiones y congelamientos temporales de los adversarios. De vez en cuando aparece nuevo y mejor armamento, aunque éste se desbloquea cuando completas cada nivel.
Por fortuna, el gameplay de Crimsonland no se basa solamente en la suerte, ya que cualquier jugador determinado puede escapar de una situación tensa con algo de habilidad y decisión. Lo triste es que la diversión acaba muy rápido cuando te das cuenta de lo poco inspirador y repetitivo del modo Quest (cada escenario luce prácticamente igual que el anterior, con excepción de pequeños cambios en la paleta de colores), de que el heavy metal de fondo no cambia y de que la selección de los enemigos no va más allá de zombies, hormigas gigantes y hombres lagarto.
El remedio para la monótona campaña se encuentra en el modo Survival, donde encuentras hasta 5 variantes de juego, cada una con sus propias reglas. Por ejemplo, en una es necesario sobrevivir sólo con un rifle, mientras que en otra hay que intentar salir vivo únicamente con los power-ups esparcidos en el escenario. La más divertida es en la que tienes que acabar con la mayor cantidad de enemigos posible utilizando mejoras previamente seleccionadas porque aún cuando la variedad es poca, son un motivo para seguir jugando en ese modo, ya que es en él donde las desbloqueas, dependiendo de tu puntaje y desempeño.
Crimsonland sólo es divertido al inicio y no logra sobresalir en el género. A pesar de que los jugadores que quieren saltar directamente a la acción pueden considerar positiva la ausencia de una historia, pienso que los desarrolladores pudieron usar más tiempo para, al menos, incluir escenas rápidas con diálogos cortos que nos dieran una razón para sumergirnos en el título. El amor de 10tons hacia el gameplay clásico con 2 sticks es evidente, pero en la actual generación de consolas se siente anticuado, especialmente si se compara con entregas como Dead Nation.
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