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Konami solía ser el rey de los shootem up, títulos en los que oleadas de enemigos aparecen en pantalla tratando de amedrentar tu temeraria nave espacial; desafortunadamente, aquellas épocas quedaron atrás y el legado del fiero Gradius se disolvió, dejando a su paso infinidad de clones con más valores de producción a costa de mucho menor relevancia. Esa realidad es válida para Otomedius, sucesor espiritual de aquel título ochentero, que con su colorida y adorable presentación puede atraer legiones de seguidores de la animación japonesa, sin dejar de ser un producto defectuoso y poco amigable para el jugador convencional.
Otomedius Excellent es un juego de perspectiva lateral con un esquema de combate basado en el bullet hell, tormentas de disparos y enemigos en pantalla que deberás destruir o evitar a toda costa con el fin de sobrevivir y seguir avanzando en el escenario. Lo que separa a Excellent de sus homólogos, los cuales por cierto abundan en casi todas las plataformas incluida iOS y Android, es la cantidad de opciones que tienes y su dificultad. Estas alternativas se presentan en la seductora forma de siete hermosas y caricaturizadas protagonistas que además de destilar ternura e ingenuidad, brillan por la escasez de su vestimenta; cada una posee su propio vehículo y una colección de armas plenamente personalizable. Una vez elegida tu salvaje doncella, abordas la aeronave cual motocicleta espacial y comienza la diversión; la indómita guerrera que protagonizará tus aventuras volará entre volcanes ardientes y la frialdad del espacio estoicamente frente a la inclemencia del entorno.
Ficción aparte, hay un problema relacionado con este detalle visual de pasividad ante lo ocurrido en el escenario, y es que la caja de colisión, es decir el área que recibe los impactos enemigos, es más amplia de lo que abarcan nave y personaje, lo que provoca daño en tu vehículo, pues los disparos que supuestamente no deberían haberte impactado por atinar en ese espacio invisible, terminan por afectarte y frenar tu avance.
Cada heroína comienza con un arma deficiente que requiere de numerosas faenas para actualizar; al inicio disparas dos balas por segundo, lo que parecería una velocidad considerable, de no ser por la constante sucesión de enemigos, y para cuando logras incrementar el poder de tu arsenal, los raudales de oponentes son más letales. Es así como la frustración crece con cada muerte, en la que por cierto pierdes tus power-ups; si la dificultad aumentara por auténticos desafíos, se consideraría una cualidad de Otomedius Excellent , pero las situaciones son injustas y tener habilidad al control sirve de poco para salir adelante.
Hablando de poderes, el sistema es distinto al de otros shooters similares, permitiéndote un poco de personalización antes de comenzar cada misión y durante el combate. La idea básica es elegir los que llevarás contigo, en un orden específico, dependiendo de la forma en que quieras activar al momento de la acción. Si deseas utilizar el tercer elemento destructivo de tu lista, debes recolectar tres insignias que dejan los enemigos para pagar por él, si quieres recurrir al primero del inventario, sólo necesitas adquirir una insignia. Cuando seleccionas la colección de poderes antes de iniciar el nivel, hay representaciones visuales que definen exactamente las capacidades de cada habilidad, pero cuando estás dentro del escenario, esa noción gráfica desaparece y el único indicador es el nombre en japonés o tu memoria. Sin importar lo cuidadoso que seas al armar tu repertorio, será común el constante prueba y error hasta recordar exactamente el efecto de cada una.
El juego es originario de Japón y en un supuesto tributo a los fanáticos de aquellas regiones del Lejano Oriente, viene con audio y textos en lenguaje nipón. Loable y hasta atractivo para quien gusta de escuchar expresiones silábicas o leer kana (la escritura de aquel país), pero el resto de los jugadores nos quedamos con una adaptación incompleta e incluso mediocre. Hay muy pocos subtítulos a lo largo del diálogo expresado, sea oral o escrito, y si de por sí la historia es escueta y un tanto extraña, la ausencia de traducción evita que podamos intentar comprenderla.
Al final del juego hay ocho niveles, cada uno con un jefe que por supuesto, también son damiselas en poca ropa, menos que tu personaje; terminarlos te tomará alrededor de hora y media, afortunadamente la experiencia con cada protagonista cambia, a lo que se suma la variedad de personalización. Las razones anteriores son suficiente pretexto para vencer el modo historia varias veces y de hacerlo puedes ganar la serie de logros que brindan en los diferentes niveles de dificultad.
Volviendo a las complicaciones de la dificultad, Otomedius no exige que seas un prodigio del control para terminarlo, la realidad es que aún si se acaban tus tres vidas tienes oportunidad de continuar jugando justo donde te quedaste, por un precio claro está: no puedes incrementar infinitamente tu puntaje y pierdes todos los poderes acumulados. Hasta los jefes facilitan la tarea, retirándose de la pelea una vez pasado mucho tiempo, sin importar cuánto daño les hayas provocado. Lo lamentable del caso es que la dificultad está desbalanceada.
Otra distinción con respecto al resto de exponentes del nicho, es la oferta de juego cooperativo. En teoría suena increíble y emocionante, pues entre más participantes mayor la intensidad, la ironía es que sólo resulta en un inevitable caos donde todos confunden el fuego enemigo con los ataques de los jugadores. Para empeorar la ya de por sí penosa circunstancia, si eres el anfitrión de la partida y mueres, todos deben comenzar de nuevo el nivel; por otro lado, si tus compañeros agotan sus tres oportunidades, se acaba para ellos el juego mientras tú puedes seguir indefinidamente.
Evadiendo todo compromiso con su nombre, esta propuesta de disparos está lejos de ofrecer excelencia, no sólo por discriminar a todo aquel que no sea seguidor del anime, sino por sus numerosos defectos. Tal vez la propuesta original para Japón pueda percibirse con mejores ojos, pero una pésima localización para nuestro continente no hizo sino restarle calidad a este título que de por sí, carecía de consistencia. Para los fans del exótico subgénero bullet hell supone una alternativa interesante, mas no innovadora; si eres uno de esos fieles amantes de los juegos de navecitas y disparos, puedes estar seguro de que hay opciones más entretenidas.
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