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Se dice que la simulación ha muerto. Es mentira. Cada vez que dedicas unos minutos a cuidar tu parcela en Farmville estás simulando de forma burda la azarosa vida de un granjero, cuando construyes tu pequeño rascacielos en Tiny Tower, haces que Donald Trump se revuelque en su tumba de billetes al ver los millones que genera la pixelada sátira. Lo que está pereciendo es el deseo de los desarrolladores por crear experiencias de calidad, robustas en detalles y características. Sin ofender a las legiones de jugadores que siguen las franquicias antes mencionadas, es una necesidad tácita la reaparición de propuestas interesantes y tecnológicamente relevantes.
En particular, la temática de construcción y administración de ciudades tuvo su edad dorada a principios de siglo, desde entonces jamás volvió a levantarse. Podríamos decir que otros géneros padecieron lo mismo, pero en este caso Tropico implica más que un respiro de esperanza, es una evolución sustancial en todo aspecto. La serie existe desde hace diez años, y en su momento representó una amenaza seria ante titanes como Sim City, lamentablemente ha pasado desapercibida ante los ojos del público general, e incluso de algunos entusiastas. Kalypso Media, desarrolladores de la propuesta, se percataron de ese problema y decidieron crear una experiencia más atractiva, no sólo para los seguidores de este tipo de juegos.
Para los no iniciados, Tropico es una mezcla entre ese célebre simulador citadino de Maxis, y Evil Genius, un patio de recreo virtual para emular las fechorías de los villanos de James Bond. A cargo de una pequeña isla bananera en medio del trópico,
[p]puedes gobernar como el señor Presidente, justamente con todo y elecciones, o ser un tiránico dictador controlando la población con poder militar. Por supuesto, las implicaciones son mucho más intrincadas.
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Justo como en la creación urbana de Will Wright, mantener contenta a la gente es fundamental, en especial cuando hay diferentes facciones, cada una con diferentes creencias. Tendrás que elegir entre satisfacer las necesidades agnósticas del sector científico o favorecer a los devotos de la religión; nacionalistas o turistas, capitalistas o comunistas, todo se resume a elegir siempre conservando un balance para evitar intranquilidad social o en un contexto más sensible, levantamiento de armas.
En la misma sintonía, tu pequeña isla no es lo único importante, ya que el hecho de estar situada en la época de la Guerra Fría te obligará a alinearte con una de las tres superpotencias: Estados Unidos, China y la Unión Soviética; favorecer a una acarrea problemas con otra, así que una vez más, todo dependerá de fina diplomacia y negociación mercantil. Claro, al final la prosperidad de tu gente tiene como propósito asegurarte un decente fondo de retiro en tu cuenta del Banco Suizo.
Tropico 3 ya era una entrega sofisticada, con una fórmula perfecta de simulación y gráficos exageradamente impresionantes, por lo que se conservó íntegra la experiencia base para la cuarta parte y se agregaron cosas nuevas para mejorarla. En esa oferta renovada se incluyen veinte longevas misiones situadas en diez mapas diferentes, además de veinte nuevas estructuras, cada una con función única. La política juega un papel más preponderante, ya que tienes la habilidad de armar un consejo ciudadano; a quien elijas determinará tu éxito gubernamental, pues alguien preparado te puede cuestionar, y un individuo mediocre te dará más trabajo.
Tal vez parezca que Tropico 4 está fuera de lugar en un contexto de modernidad extrema o en su defecto, exagerada fantasía, pero en nuestra era de conflictos sociales explotando en todo el mundo contra dictadores de larga trayectoria, nada puede ser más certero en la crítica social. Aunque no hay que equivocarse, éste es un juego en toda la extensión de la palabra, y dejando atrás el comentario político, promete hacerte sentir como un verdadero gobernante que busca mantenerse en el poder a cualquier costo.
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