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Cuando piensan en Fast & Furious, ¿qué pasa por su cabeza? Si la respuesta va por las líneas de tanques de guerra, explosiones o autos en llamas, olvídenlo, en Forza Horizon 2 Presents Fast & Furious no van a encontrar nada de eso. No es para menos; después de todo, Forza Horizon 2 tiene más de simulador que de arcade. Sin embargo, ésta se perfilaba como una oportunidad para romper algunos esquemas o, cuando menos, darle más protagonismo a esas carreras de fantasía en el juego regular, donde tu auto va contra un tren o jets de combate.
En ese sentido, Forza Horizon 2 Presents Fast & Furious me decepcionó un poco ―tanto como puede llegar a decepcionar un producto gratuito, aunque el mote sea temporal―. Y es que de no ser por la implementación del nitro y la voz de Tej Parker, esta expansión pasaría por una cualquiera en el mundo de Forza Horizon, pues todo lo demás es prácticamente idéntico a lo visto en la versión estándar del juego.
En Forza Horizon 2 Presentes Fast & Furious adoptas el rol de un conductor sobresaliente, cuya encomienda es ganar 10 autos de élite que debe entregar al mencionado personaje de la longeva franquicia de películas. Para obtener cada auto es preciso, antes, cumplir con cuando menos un par de tareas, como la de mantener una velocidad constante determinada con cierto modelo, ganar una carrera a campo traviesa u otra urbana, para finalmente correr contra el carro en cuestión y superarlo a fin de conservarlo en el garaje.
Para aderezar las cosas, hay 2 misiones de corte Showcase: una contra un helicóptero y otra contra un avión de carga ―a esto me refería al comienzo, pero es muy poco― y las típicas actividades que consisten en romper anuncios o cumplir con tareas especiales de la Bucketlist que, si probaste Forza Horizon 2, ya conoces. En total, hablamos de cerca de 50 tareas, entre carreras, detectores de velocidad y demás actividades alternas, para un total de 6 horas de juego, y eso si son muy obsesivos, porque si lo suyo es la campaña nada más, en un par de horas habrán concluido.
Un elemento ausente es la progresión
Dicho lo último, también hay un modo en línea con otras 25 actividades sin que haya ahí algo precisamente distinto. Es decir, encontrarán su típico modo King, el Sprint, la carrera urbana, el circuito y fin del asunto; aunque debo reconocer que el cuarto de milla en el aeródromo de Saint-Martin es algo digno de repetirse una y otra vez, especialmente con el nitro, pues si bien es una carrera breve en línea recta, aplicar este aditamento en el momento preciso tiene algo de adictivo y estratégico —claro, nada le gana al Bugatti Veyron—.
Y ya que hablo de nitro, no piensen que con ello Forza Horizon 2 Prestens Fast & Furious se convierte en un Burnout, ni mucho menos. Dicha función imprime un poco más de velocidad a los autos, pero es realmente sutil y dura unos 10 segundos aproximadamente, sin posibilidad de recarga. Esto cambia un poco la mecánica de juego, pues aunque discreto, el efecto de este impulso puede ser determinante en algunas carreras.
Por lo que concierne a los autos per se, son 10: el Bugatti Veyron 2011, el Dodge Challenger R/T 2015, el Dodge Charger R/T 2015, el Dodge Charger R/T 1970 (el de Dom Toretto), la Jeep Wrangler Unlimited 2013, el Maserati Ghibli S 2014, el McLaren P1 2013, Nissan GT-R 2012, Plymouth Road Runner 1970, Toyota Supra 1998 y Plymouth Cuda 1970. Este último fue mi favorito porque encuentra el equilibrio perfecto entre estilo, potencia y buen manejo. Entretanto, el Charger R/T 1970 o el Road Runner se sienten como lanchas fuera de borda al volante y aunque infinitamente veloz, el Veyron carece de ese porte Fast & Furious que sólo los clásicos aportan. Cabe acotar que nada en estos vehículos puede ajustarse (tal como los encuentran, permanecen, y ello abarca al color). Nada de mover presión de neumáticos, cambiar suspensión, etcétera. Estos carros son para ver y nada más, supongo que en aras de respetar la esencia de la película.
Otro elemento ausente es el de la progresión. El juego aún ofrece puntos de estilo y te invita a carreras con rivales cada que termina una competencia, pero a falta de ascenso en rangos, perks o créditos, no tiene mucho sentido participar, más allá de la presunción. Es decir, en Forza Horizon 2 o su primera expansión, todo era fresco y nuevo y había un atractivo en repetir recorridos para sumar puntos adicionales. Aquí sube la dificultad pero no hay un jugoso puntaje de por medio y estos recorridos ya los vimos.
El clima cambia de vez en cuando, persiste el ciclo de día y noche con cambios específicos para carreras concretas. Sólo hay una estación de radio con una decena de temas familiares, los cuales se tornan reiterativos en media hora. Por su parte, el apartado gráfico es impecable, aunque con escaso énfasis en el daño, tal y como opera Forza Horizon 2, cuya reseña pueden encontrar aquí. También vale la pena mencionar que ciertas carreras están musicalizadas al estilo hollywoodense aunque ello no siempre encaja.
La experiencia de manejo de cada carro es distinta, fiel a la minuciosidad por la cual la saga Forza se caracteriza y escuchar el rugido del Charger 1970, mientras su toma de aire se agita será poesía pura para los amantes de los autos.
Como expansión, la de Fast and Furious resulta una un poco desangelada y siento que Playground Games pudo intentar algo más audaz, menos reciclado. Dicho eso, reitero: el DLC es gratuito hasta el 10 de abril, luego costará $10 USD. Si ya terminaron Forza Horizon 2 hasta su último recoveco y están sedientos de más, ésta es una alternativa a considerar —aunque son los mismos recorridos prácticamente—. Recomiendo entonces Storm Island y si nunca han probado Forza Horizon, Fast and Furious sirve bien como entrada, pero nada más.
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