El poder lo es todo, y no sólo en este mundo, en
cualquier universo y lugar aplica la misma regla, el fuerte prevalece
mientras el débil se desvanece en el abismo; si no tienes la suficiente
fuerza para tomar lo que es preciado para ti y defenderlo, perderás todo.
Fuego en las
venas
Hay algo
irónico y un tanto poético en el hecho de que tu padre sea uno de los demonios
más poderosos del inframundo y tu madre una simple y frágil mortal, eso te
libera, al mismo tiempo, de las cadenas de un maestro demoníaco y de tus lazos
con el mundo de los mortales, pues envían a un largo y profundo letargo al
poder que se esconde en la sangre. Desafortunadamente, los demonios no
descansan y siempre encuentran la manera de dar con su objetivo, así le sucedió
a un demonio renegado que llevó la paz al mundo humano y pensó que podía tener
una familia sin sufrir las consecuencias de su traición, el precio de sus actos
era alto, y la misma razón por la que dio la espalda al inframundo fue la que
éste le arrebató de las manos, y dejó a dos jóvenes huérfanos.
Mi hermano se
dedicaba a comer pizza mientras escuchaba heavy metal, yo sabía que esa no era
la forma en la que debíamos vivir; lo que realmente necesitábamos era
liberar todo ese potencial que yacía dentro de nosotros, el poder de nuestro
padre, justo el que había usado para sellar el inframundo y con el que alguna
vez derrotó al poderoso Mundus.
Sólo importa el
poder
Logré rastrear
la locación en la que mi padre selló su legendario poder, el Temen-ni-gru con
la ayuda de un engañoso sujeto llamado Arkham, pero para lograr liberar la
espada, tendríamos que romper varios sellos. Durante mi estadía en esa ciudad,
un personaje llamado Enzo me nombró Dante; fue emocionante saber que mi hermano
estaba en los alrededores, pues eso parecía indicar que había un oponente que
podría dar batalla.
Justo como lo
había previsto, mi hermano hizo su aparición, aún usaba ese par de armas
indignas de un verdadero guerrero, sus poderes todavía eran débiles, realmente
esperaba una batalla mucho mejor de su parte, así que lo derroté y lo dejé
muerto encima de aquel lugar. Eso después de tomar la mitad del amuleto que
alguna vez mi madre nos regaló en nuestro cumpleaños; parecía que nos había
dado la llave para obtener el poder de nuestro padre.
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