La fórmula detrás del monumental éxito de Call of Duty es clara: campaña de alto octanaje sin importar si tiene lógica o no- y el mismo componente multijugador acelerado con una dosis de variedad. Gracias a este reciclaje, resulta cada vez más sencillo anticipar tanto la esencia, como funcionamiento de la siguiente entrega anual y Modern Warfare 3 no es una excepción.
Pero antes de adentrarnos en los pormenores, es importante resaltar que MW3 estuvo marcado por un ciclo de desarrollo accidentado. Infinity Ward, creador del concepto, experimentó una disolución parcial, producto de la querella legal entre Vince Zampella y Jason West sus fundadores y Activision. Como consecuencia, la maquinaria creativa tomó sus maletas y partió.
Sledgehammer Games, casa desarrolladora establecida para concebir un título de Call of Duty en tercera persona, tuvo que entrar en la batalla de último minuto, con la encomienda de apuntalar la serie de videojuegos más grande de todos los tiempos, así de sencillo.
Si en algún momento existió la intención de revolucionar el enfoque, la mecánica de juego o modificar por completo las herramientas de diseño, eso nunca lo sabremos. Glen Schofield y Michael Condrey, cofundadores de Sledgehammer trabajaron con lo que había y ante el perturbador sonido de un reloj en cuenta regresiva.
Así las cosas, Modern Warfare 3 poco podrá ofrecer en términos de presentación gráfica e Infinity Ward lo dejó muy claro desde hace dos meses, cuando el productor, Mark Robin, declaró que la concentración estuvo puesta en la jugabilidad y no en la tecnología.
Al comparar MW3 con Call of Duty 4, las diferencias son muy marcadas, sobre todo en el frente de iluminación y texturas, pero si tomamos Modern Warfare 2 como referencia, el progreso es prácticamente nulo. Basta con echar un vistazo a la interfaz y las animaciones son exactamente las mismas. Los accolades, las retículas, los íconos de Kill Streaks (ahora conocidos como Point Streaks), los indicadores de bomba en el multiplayer, el HUD de municiones y accesorios; ¡rayos!, incluso la fuente tipográfica permanece intacta.
Algunos dirán que no hay que arreglar lo que no está roto, pero recuerden que pagarán el precio de un producto, en teoría, completamente nuevo y todo apunta a que este no será el caso en lo que a presentación se refiere.
Lo que sí merece un aplauso y quizás hasta una ovación de pie, es que Sledgehammer Games haya llevado el contexto de la campaña a un entorno urbano plagado de símbolos relacionados. Probablemente el guión ya lo marcaba desde antes, pero vamos a darles el crédito. Washington apareció en Modern Warfare y ahora tendremos París, Hamburgo, Berlín, Nueva York, Londres, Sudáfrica, Dubái y la India. Una bocanada de aire fresco para las ya reiterativas instalaciones militares del Cáucaso, el genérico desierto de Medio Oriente y los bosques europeos.
Hablar de este contexto geopolítico lógicamente nos lleva a la campaña, uno de los puntos tradicionalmente más contrastantes de toda la experiencia, pero que en términos generales cumple bien con su función como generador de emociones hollywoodenses. Estamos casi seguros de que la historia mejorará de manera notable, ahora les diremos por qué. La narrativa en Modern Warfare 2 fue tan inconsistente, que sólo hay una dirección hacia donde ir: arriba.
El equipo de guionistas se olvidará por completo del lapsus que fue el último tercio de la más reciente entrega en la serie, para volver a centrar la atención en Vladimir Makarov, quien tiene de rodillas al Viejo Continente, mientras busca adueñarse del poder en el Kremlin y, por supuesto, eliminar a sus viejos enemigos: el capitán Price, Soap y Nikolai. El hilo conductor será un juego del gato y el ratón entre el megalómano ultranacionalista y nuestros célebres héroes, pero para aderezar la situación, daremos tumbos por todo el globo, adoptando el rol de fuerzas especiales Delta en la Gran Manzana, SAS en Inglaterra y agentes rusos. La intensidad será máxima; la escala, mundial, y las emociones, brutales. Hablamos de aproximadamente 15 niveles y seis horas de aventura que francamente nos tienen ansiosos. Sabemos lo que va a pasar y estamos seguros de que no habrá nominaciones al Óscar, pero garantizamos que será la experiencia más épica en la historia de Call of Duty, y esas son palabras mayores.
Es así como llegamos al multiplayer; la joya de la corona y el atributo que decidirá la compra entre muchos fanáticos. Fue aquí donde lo que queda de Infinty Ward y Sledgehammer Games concentraron sus esfuerzos y a juzgar por el material ya difundido, los cambios serán sustanciales.
Desde la gran revolución de 2007, Call of Duty ha sido un título frenético de corte arcadia con una progresión lineal que favorece a quien posea el más elevado conteo de cadáveres. Prueba de ello son los Kill Streaks, bonificaciones para los jugadores que abaten más enemigos consecutivamente y se traducen en diversas formas de soporte. Ahora, matar no será la única manera de adquirir dichas bonificaciones, pues el sistema funcionará por puntos. Parece simple, pero la modificación beneficiará profundamente toda la dinámica e inyectará una dosis de estrategia que le hacía falta a Modern Warfare, título incluso tachado por algunos de pueril y superficial.
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