Llegamos al futuro, y no es lo que imaginamos

¿Cuánto cambiará el mundo en 26 años?


Hoy celebramos que una película de hace casi 30 años imaginó un 2015 con la tierna esperanza de que serían tiempos mejores. Marty McFly descubrió un mundo poblado de autos voladores, sin gasolina, limpio, con patinetas sin ruedas y videojuegos sin controles. Los ochentas fueron la época de soñar el porvenir: lo pensaron lleno de arcades y otras maravillas tecnológicas que en aquella época prefiguraban algo brillante —como un gran letrero de neón de la palabra “hope”—. Hoy, miércoles 21 de octubre, por fin hemos alcanzado el futuro… ¿o el pasado nos alcanzó?

De niño me gustaba jugar a algo que llamaba “premonición”. El nombre no tenía sentido, pero la mecánica era sencilla: me decía en voz baja “hoy es lunes; el próximo lunes debo recordar que pensé en esto la semana pasada”. El ejercicio, en apariencia inocente, se apoderó de mi mente como si fuera un virus. El paso del tiempo me obsesionó. Leí y jugué para olvidarlo, pero el pensamiento era recurrente. Sin aviso ni misericordia, un lunes cualquiera 10 años después la idea aparecía en mi mente: “hoy es lunes y han pasado 10 años desde que pensaste esto; lo recordarás en 7 días otra vez”. Volver al futuro II comenzó ese mismo juego en 1989: “el 21 de octubre de 2015, Marty McFly llegará al futuro, recuérdenlo”. El plazo, que parecía infinito en aquella época, se ha cumplido. Ahora pienso que, quizá, la película perduró en la imaginación popular gracias a que estableció un plazo razonable para imaginar el futuro.

En Volver al futuro II sólo los bebés usan las manos para jugar. En 2015, Kinect fracasó, pero millones de personas en el mundo prefieren ver a otros en lugar de tomar el control con sus manos. En 2015, las arcades son un recuerdo en occidente. En 2015, las expansiones ya no existen y ahora se llaman DLC. En 2015, más gente que nunca disfruta los videojuegos… en su celular. El tiempo, implacable, superó con creces las ingenuas imaginaciones de 1989. Marty McFly quizá se sorprendería más al ver a todos pegados a un teléfono móvil y obsesionados por documentar cada aspecto trivial de la vida en fotografías.

Sólo los bebés usan las manos para jugar

Pero en el futuro todavía existen los videojuegos. Y son una fuerza imparable. Han invadido cada aspecto de la vida con sus paradigmas para organizar la realidad. En el pasado, las salas de arcade eran un bastión; hoy han desaparecido y el gaming se ha desbordado hacia cada rincón de la vida: tu casa, el trabajo, YouTube, el transporte público.

Ahora que el futuro es el presente, ¿cómo será el gaming en 26 años? Imaginemos que es el 2041. Yo tengo 56 años. PlayStation acaba de cumplir su aniversario número 47. Xbox tiene 40 años. Nintendo presume 152. Las consolas ya no existen. Desaparecieron, como las arcades, hace muchas décadas. Hacia fines del 2020, era claro que la base instalada de usuarios de consolas había llegado a su límite. Las compañías de hardware debieron ingeniar nuevos modelos de negocio para sobrevivir.

Para seguir expandiéndose, los videojuegos debieron derribar esa gran barrera de entrada que son las consolas —aparatos de más de $300 dólares—. Al final, al grueso de la población lo que menos le importa es el PlayStation 4 o el Xbox One, ellos querían acceso fácil y sencillo a sus juegos. Quizá en el mundo había 270 millones de personas a las que no les importaba adquirir una consola para jugar Halo, God of War o Super Mario; sin embargo, para llegar a la vasta mayoría —miles de millones— fue necesario destruir esa barrera.

En cierta forma, las consolas estaban limitando el alcance real del gaming. Después de todo, hay múltiples formas de ver una película: en tu celular, en el cine, en una tablet, en la televisión y hasta en tu consola de videojuegos. Leer un libro requiere sólo que compres el objeto o que lo descargues digital. Para escuchar música puedes comprar el CD, descargar el archivo o transmitirlo por Internet. ¿Por qué necesitas un PlayStation 4 para jugar Call of Duty? La comodidad es la nueva reina: los oficinistas en el transporte público no juegan Candy Crush porque sea el mejor juego; lo difrutan porque es gratis y está en el Top de aplicaciones descargadas de su celular. Bajarlo es lo más cómodo. No tienen tiempo, ni la voluntad, para buscar propuestas más interesantes. Simplemente no les interesa. Lo mismo ocurre con el niño que juega Minecraft o ve gameplays de los mismos juegos: son comodidades.

¿La última generación de consolas?
¿La última generación de consolas?

Los videojuegos de consola jamás serán una comodidad mientras las consolas existan. Son un lujo, y caro. Para crecer y alcanzar su verdadero potencial, debieron llegar a la gente que jamás compraría un sistema dedicado de videojuegos. Así como las arcades murieron para dar paso al gaming casero, las consolas cedieron su lugar a plataformas más accesibles y masivas.

Un día, el nuevo modelo de Apple TV y Google Chromecast tuvieron el poder suficiente para correr Call of Duty y la última versión de FIFA. Ese día marcó el fin de una era. La pregunta es obvia: ¿cuánto vendería Super Mario Bros. si nadie necesitara comprar una consola de Nintendo? ¿Cuánto vendería Grand Theft Auto si sólo tuvieras que pagar el costo del juego? En un punto de la década del 2020, los publishers descubrieron un mercado de gente dispuesta a comprar sus juegos, pero no a comprar un sistema de videojuegos. En ese momento, la industria cambió para siempre.

¿Cuánto vendería Super Mario Bros. si nadie necesitara comprar una consola de Nintendo?

PlayStation, Xbox y Nintendo debieron ingeniárselas para sobrevivir. Es el 2041. Jamás en la historia de la humanidad tanta gente había disfrutado un videojuego. Quizá ya no es necesario usar un control. Tal vez PlayStation, Xbox y Nintendo son plataformas digitales de distribución o consorcios de desarrolladores… ¿servicios de suscripción como Netflix o Hulu? En el futuro la penetración de Internet es brutal y los discos duros son obsoletos.

Al alcanzar un público masivo, los videojuegos se diversificaron como nunca. Hay títulos especiales para ancianos, para niños, para los fans de los autos, de apuestas, para padres, para adultos que acaban de retirarse. Quizá hay vacaciones virtuales y atracciones imposibles que el mundo disfruta gracias a la realidad aumentada o virtual. Después de todo, los videojuegos son el medio supremo; el lugar donde conviven todas las demás artes. Música, escultura, cine, teatro, literatura: todo cabe en un videojuego.

Es el 2015. En 26 años desaparecieron las salas de arcade, los cartuchos, apareció el Internet, inventaron los teléfonos inteligentes y millones de personas disfrutan los eSports. Es el 2041. Marty McFly nunca llegó a esta época. Quizá nosotros sí lo logremos. Las consolas no existen, la realidad virtual por fin encontró la fórmula para triunfar, todavía no hay autos ni patinetas voladoras (pero ya casi nadie maneja) y hay miles de millones de jugadores en el mundo. En 26 años recordaré haber escrito esto; será mi nueva premonición. Hasta que el futuro nos alcance una vez más.

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