Las segundas oportunidades suelen ser inusuales en cualquier ámbito, pero cuando se habla de un negocio como los videojuegos, son todavía más porque los riesgos resultan enormes. Hablamos de una inversión de miles de millones de dólares en una consola; millones de unidades producidas; millones de jugadores; planes a largo plazo, etcétera. Por lo regular, aquí los errores se pagan caro. Una equivocación en el diseño, una desatención en la estrategia de comunicación, un mal cálculo de negocios y estás muerto; tienes que esperar a la siguiente generación o quizá no haya una siguiente generación para ti. En esta ocasión, todo parece indicar que para Xbox, E3 2016 será precisamente una segunda oportunidad.
Contra todo pronóstico, Phil Spencer, supervisor de los esfuerzos de gaming en Microsoft, logró frenar el brutal deterioro que el anuncio del Xbox One puso en marcha en 2013. Y aunque la más reciente consola de Xbox está lejos de poder competir con su rival de Sony en igualdad de condiciones, llegar a la marca de los 2 años y medio con 20 millones de unidades vendidas podría catalogarse como un logro (¿vieron lo que hice ahí?) sobre todo si recordamos la desastrosa revelación del aparato.
Hoy, Xbox One se ubica en el mismo lugar de ventas que el Xbox 360 tenía después de 2 años y medio en el mercado. No hubo mejoría, pero la empresa capoteó la crisis y, no solamente eso —si la matemática no nos falla—, en este momento la consola es un producto rentable porque superó las pérdidas implícitas en su manufactura gracias a un índice aceptable de juegos por consola (6.07 títulos por unidad) y a un caudal importante de ingresos derivados de Xbox LIVE, cuyo conteo de usuarios creció, de acuerdo con en el último reporte de Microsoft. Eso, sin mencionar nuevas formas de negocio asentadas en su plataforma, como EA Access.
UN MOMENTO CLAVE
Ahora bien, Phil Spencer contuvo el problema, pero esta segunda oportunidad también es producto de singulares condiciones de mercado, y es que, para fortuna de Microsoft, la generación actual es extraña. Mientras que camadas de consolas previas se caracterizaron por ciclos de vida relativamente lineales, donde debutaba un aparato y permanecía, a grandes rasgos, intacto hasta el final de su existencia —salvo por modificaciones estéticas y de rendimiento marginales— los rumores apuntan a que la octava generación será irregular, pues en vez de entregar versiones ligeramente mejoradas del mismo hardware, habrá sistemas muy distintos y nuevas experiencias. En pocas palabras, Microsoft tendrá oportunidad de reinventar y relanzar el Xbox One como algo fresco a mediados de la generación, en vez de esperar 4 años más para empezar de cero, y ello se debe a una necesidad del mercado completo.
Microsoft tendrá oportunidad de reinventar y relanzar el Xbox One
Si recuerdan, hacia el final de la generación pasada, los números del negocio del videojuego habían caído en un bache y también el ingenio de las marcas. La generación fue más larga de lo que era saludable; la gente hablaba de crisis, de un tropiezo; cuestionaba el negocio Xbox, etcétera.
Pues bien, no queda claro si lo siguiente es consecuencia directa, pero lo cierto es que la nueva tendencia parece encaminada a evitar ese escenario y, desde hace meses, se especula sobre nuevo hardware de Microsoft y Sony en E3, además de que las declaraciones de Phil Spencer parecen confirmarlo. El ejecutivo insinuó el afán de Xbox por imitar el modelo de otras plataformas, capaces de actualizarse y reinventarse sobre la marcha sin necesidad de esperar al final de su ciclo de vida. Como de costumbre, el tipo fue suficientemente ambiguo como para dejarnos rascándonos la cabeza, y por si no bastaran los crípticos mensajes de Spencer, diversas fuentes afirman que, en efecto, Xbox prepara no una, sino 2 consolas nuevas. La primera consistiría en el típico rediseño al que estamos acostumbrados y que pule aspectos del modelo original, pero la segunda (nombre clave: Scorpio) es interesante porque tiene pinta de ser —básicamente— un nuevo aparato con todas sus letras... un Xbox Two… por llamarle de algún modo.
Suena disparatado, pero si echamos a un vistazo a lo que ha estado pasando con Microsoft desde hace tiempo, las piezas caen en su lugar. Desde que anunció el primer Xbox One, Microsoft impulsó la unificación de la marca con PC, pero, más importante todavía, resolvió el asunto de la retrocompatibilidad. Eso significa que la compañía está en condiciones de migrar a un nuevo modelo de consola que, gracias a sus nuevos recursos, sea capaz de correr software viejo y de vanguardia del mismo modo en que lo hacían sistemas de antaño como el PlayStation 2 o el primer modelo del PlayStation 3. Con esta dinámica, Microsoft protege el valor de los juegos que ha liberado para el Xbox One original pero, al mismo tiempo, abre la puerta para un repertorio muy amplio de posibilidades, sin mencionar un producto más competitivo.
"De hecho, nos verán sacar nuevas funciones de hardware durante la generación que permitirán a los mismos juegos ser compatibles hacia el frente y en reversa porque tenemos la aplicación de Universal Windows corriendo sobre la Universal Windows Platform que nos permite enfocarnos más en innovación de hardware sin invalidar los juegos disponibles para esa plataforma.", declaró Spencer durante el showcase primaveral de Xbox, efectuado a fines de febrero. El ejecutivo descartó consolas con piezas intercambiables y es temprano para hacer una predicción exacta, pero cuando unimos todos los puntos concluimos que, de ahora en adelante, la visión es tener los mismos juegos corriendo en múltiples consolas Xbox con capacidades distintas gracias a la plataforma universal y a la tecnología de retrocompatibilidad. Que en cada una luzcan igual es una discusión diferente.
Lo más astuto de esta estrategia —eso que te hace decir ‘well played, Microsoft... well played’— es que no solamente apela al gamer, sino también al desarrollador porque la unificación significa que un mismo juego abarca mercados paralelos, pero distintos: el de las consolas y el de las computadoras, sin mayor esfuerzo. La idea, claramente, es compensar un poco el rezago de ventas del Xbox One, añadiendo "computadora" a la oferta para diseñadores. Es algo que, incluso, promocionan durante sus talleres universitarios. Puesto de otra manera: si soy desarrollador y quiero hacer un juego, es más atractivo usar el mismo presupuesto para ponerlo en 2 sistemas o hasta 3 —porque también está el rumor de que Microsoft va presentar un stream player o reproductor digital—. Entonces, por el mismo costo, llevarías tu juego a diversas versiones del Xbox One, PC y hasta a televisores sin consola. Bajo esa premisa, elegir para qué marca producir se vuelve más complejo de lo que los números de venta de ambas plataformas sugieren por sí solos.
Irónicamente, con todo esto Microsoft se toparía de nueva cuenta con un reto de comunicación como el que enfrentó con el primer Xbox One —qué raro se lee eso—, y es que una nueva consola (en este momento) puede interpretarse como una bofetada para los compradores tempranos, quienes invirtieron $300 USD o $400 USD en un producto pensando que duraría 7 años y a medio camino descubrieron que ya hay algo nuevo y mucho mejor; algo que no solamente añade un par de ranuras o es ligeramente más rápido, sino que despliega mejores gráficos. Esto, sin mencionar el hipotético reproductor digital a donde quizá vayan a parar otros juegos más simples que antes eran exclusivas.
Vamos a verlo como este ejemplo: ¿qué pensarías si anunciaran que, en vez de salir para Xbox One nada más, una de las supuestas exclusivas que revelen en E3 saldrá también para PC —lo cual es probable-, para un nuevo stream player que es más barato que tu consola y para el nuevo Xbox, pero con mejores gráficos? Con ello en mente, Microsoft deberá ser realmente cuidadoso en la forma como vende estos nuevos dispositivos por más indispensables que sean para su estrategia, y es que lejos de ser la salvación, podrían convertirse en maldición si no comunica su estrategia de un modo halagüeño para las huestes de fans.
LA NECESIDAD DE JUEGOS
¡Uff! Hay que reconocerlo: Xbox One no ha sido sobresaliente en cuanto a exclusivas. Titanfall se diluyó rápidamente; Halo ya no tiene el punch que solía poner a la industria de cabeza; Quantum Break pasó sin pena ni gloria; y los juegos automotrices son estandarte aunque apelan a un mercado muy específico. De nada servirá cerrar la pinza comercial sin software, después de todo... la clave siempre son los juegos.
Así las cosas, Xbox llega a E3 2016 con la obligación de bombardear a los fans con nuevas propiedades que les permitan tolerar el hipotético anuncio de una nueva consola y la desaparición de las fronteras de exclusividad que separaban a Xbox de la PC. Hablamos de superar a "la mejor alineación en la historia de Xbox" que vimos en 2015. ¿Cómo van a lograrlo? ¡Sólo Dios (y Phil Spencer) lo sabe!
Xbox llega a E3 con la obligación de bombardear a los fans con nuevas propiedades
Sí, sabemos que Gears of War 4 será un éxito... ¿y luego? ¿Crackdown? ¿Scalebound? ¿Forza Horizon 3? ¿Halo Wars 2? ¿Eso es todo? Esperemos que no. Si no va haber exclusivas reales, entonces Xbox está más que comprometido a revelar varios títulos que, por lo menos, sean exclusivos de su ecosistema. Y es que, al final del día, todos esos dispositivos de los que se habla, no van a dar soporte y contenido a sí mismos y, mal que bien, Microsoft debe dar, a quienes no tienen un Xbox; a quienes tienen un PlayStation 4; o incluso, a quienes tienen un Xbox One, pretextos para invertir en nuevo hardware, si es que realmente existe.
La pregunta es ¿quién hará esos juegos o quién los está haciendo en este momento? Una apuesta razonable apunta a los estudios independientes… por algo, Microsoft ha invertido tantos recursos en su programa ID@Xbox, y ya mencionamos cuál es la idea detrás de la plataforma universal y la incorporación de PC como parte del mundo Xbox. También cabe la opción de tratos con third parties, aunque el hecho de que Titanfall 2 vaya a salir en PlayStation 4 sugiere que esta clase de sociedad dejó de ser atractiva para grandes compañías como EA o Activision.
LA ÚLTIMA PALABRA
Independientemente de que los rumores sobre nuevo hardware sean verídicos, lo cierto es que 2016 se percibe como el punto de no retorno donde Xbox se saca algo revolucionario de la chistera o, definitivamente, apuesta por una nueva condición de victoria marcada más por la expansión y por la transformación del teatro de guerra que por la cantidad de consolas vendidas. Estamos planteando la posibilidad —bastante real por cierto— de conquistar otros terrenos, como la televisión y la PC para compensar por el rezago de su sistema original.
Nuestra suposición es que Microsoft llegará a E3 2016 con uno o varios ases bajo la manga en la forma de hardware nuevo, hardware flexible pensado para una generación anómala donde podrás jugar los mismos títulos en un abanico de sistemas con diversas capacidades gráficas. La pregunta es si habrá suficientes juegos y si Xbox será capaz de comunicar su nueva estrategia de un modo menos desastroso que con el Xbox One.
Para este punto, en la generación pasada, Xbox 360 llevaba el doble de consolas vendidas que el PlayStation 3. Hablamos de 9.2 millones de sistemas de Sony contra 19 millones de consolas de Microsoft y, para cuando vino el relevo generacional, PlayStation 3 ya aventajaba a Xbox 360 en ventas mundiales por un discreto margen. Así que todavía hay tiempo para recuperar el terreno perdido esta generación, en el entendido de que a Microsoft todavía le interese.
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