De acuerdo con Mark Rubin, productor ejecutivo de Infinity Ward, el éxodo de desarrolladores que vino tras la salida de Jason West y Vince Zampella, ayudó a los miembros restantes del estudio y a los nuevos, a adaptarse rápidamente y trabajar con eficiencia aún en medio de cambios bruscos, lo que en última instancia garantiza su sobrevivencia.
"Pienso que ahora somos a prueba del futuro para continuar haciendo Call of Duty.", señaló el ejecutivo. "Y quizá no hubiéramos logrado eso de no haber sido por ese ruidoso evento.", añadió. Cabe recordar que Activision apuntaló el desarrollo de Modern Warfare 3 con talento de Sledgehammer Games, estudio originalmente creado para trabajar en proyectos alternativos de Call of Duty.
"Los juegos son cada vez más difíciles de hacer y requieren equipos y presupuestos cada vez más grandes. Y hacer un nuevo COD cada año pasa factura. Los juegos previos eran muy aislados y eso ya no es posible. Trabajar con estudios como Sledgeammer fue difícil, pero ya superamos la etapa de aprendizaje.", concluyó el desarrollador.
Lo cierto es que la disolución parcial de Infinity Ward sí afectó a Modern Warfare 3, porque la serie se estancó en términos generales, y si volteamos a ver a Ghosts más allá del perro acompañante y los escenarios que se destruyen, realmente no advertimos cambios revolucionarios, aunque hay que esperar a ver lo que nos tiene preparado el estudio el próximo miércoles.
Lo que sí hay que concederle a Rubin y compañía es que sacaron un producto decente con la máxima presión y satisfaciendo las expectativas de la mayoría de los fans y de Activision.
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