Un concepto que es normal en cualquier industria es repite una fórmula exitosa y tendrás buenos resultados. En el mundo de los videojuegos, es cosa de ver las franquicias más vendidas y nos daremos cuenta de lo mismo: los juegos que más se venden son secuelas o la versión del año.
Pero cada cierto tiempo, y ya sea de la mano de un desarrollador conocido o algún emergente emprendedor, sale algo nuevo, distinto, novedoso. Y no me refiero a títulos como Uncharted o The Last of Us, que a pesar de darle frescura a un mercado saturado de clones, son básicamente una fórmula exitosa desarrollada de una manera magistral. Hablo de real innovación, esa que sale pocas veces y que no es replicada, que casi nunca tiene una secuela y que en general se transforma en una joya de su respectiva generación.
Irse a la segura o experimentar
El dinero no crece en los árboles, dicen. Bueno, es verdad. Así que por lo mismo, no es buena idea andar comprando juegos sin saber si es que la experiencia va a ser satisfactoria. Y justamente ahí es cuando los juegos experimentales entran a ser una duda mayor: no sabes de que se trata, y menos si tu dinero valdrá la pena. Porque por último, si es que te vas a comprar un FPS, aunque el juego no tenga nada de originalidad, te vas a la segura y tienes horas de diversión asegurada. ¿Pero qué pasa si te recomiendan jugar algo como Flower? ¿Qué diversión puede haber en ver volar un pétalo de flor por el cielo?
O peor aún: te dicen que Journey es un tremendo juego, pero nadie puede explicarte realmente de qué se trata -más allá del título-, o cómo se juega.
Sin embargo, si hay algo en que la crítica es útil, es en diferenciar los juegos jugables de los realmente interesantes. Todos sabemos más o menos que esperar de un título triple A, o por ejemplo, que el próximo Battlefield será más de lo mismo, pero con gráficas un poco mejoradas y una que otra cosa interesante a la hora del gameplay. Pero no tenemos idea de qué esperar de un título experimental. Y hay que ser sinceros: no tenemos ni la más remota idea de lo que puede ser algo como Dear Esther o títulos más conocidos como Heavy Rain hasta que lo juguemos o nos digan sí, vale totalmente la pena.
Igual, probemos
Lo realmente majestuoso de esos títulos, es que si nos gustan, la sensación de satisfacción es infinitamente superior a la que sentimos cuando nuestra franquicia preferida lanza un nuevo título. Claro, estamos en un lugar seguro, en donde es más probable que nos decepcionemos porque un juego no captura la esencia del anterior a emocionarnos por la innovación, pero que no significará un gran cambio en relación a la opinión previa que tengamos de dicha saga.
Pero con los juegos experimentales, todo es adrenalina: desde esa pantalla al inicio, hasta entender cómo se juega y las sensaciones que eso va provocando. Es como volver a jugar esos juegos clásicos como Mega Man o Super Mario Bros., en la época en que estábamos empezando a conocer los videojuegos.
Por eso, lo mejor es probar. Quizás con uno que tenga muy buena crítica, o incluso arriesgándonos con alguno que nos parezca interesante.
Y sí, hay altas probabilidades de terminar pensando que botamos nuestro dinero y nunca más arriesgarse. Pero por el otro lado, quizás tengas la mejor experiencia de juego de tu vida quien sabe.
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