Si hay algo que nos encanta de los videojuegos y otras obras que nos presentan mundos de fantasía, es poder internarse en estos lugares que nos sirven para escapar del real. Escapismo que muchas veces nos ayuda a pasar de mejor manera momentos difíciles en nuestras vidas, permitiéndonos sentir que de verdad somos parte de estas aventuras, las cuales sabemos completamente que no son reales.
Pero, ¿por qué le dedicamos tanto tiempo y otros tipos de recursos a algo irreal?, es lo que un par de investigadores en ciencias cognitivas de la Escuela Normal Superior de París se han dado el tiempo de averiguar. Se trata de los científicos Edgar Dubourg y Nicolas Baumard del Instituto Jean, quienes en un reciente estudio han llegado a interesantes conclusiones.
Según indica Dubourg, “los organismos se sienten motivados a buscar nueva información que les permita desenvolverse mejor en el futuro, no solo los humanos”, agregando además que “los mundos de ficción suplen esa necesidad y nuestro cerebro responde a los estímulos imaginarios de las historias de la misma forma que a los reales”.
“Los elementos clave que hacen que una obra de ficción sea exitosa pasan por conseguir que capte tu atención, a eso lo llamamos un super estímulo. El mismo impulso para explorar ocurre a nivel cognitivo: la búsqueda de información nueva”, indica el científico.
Esto ya que mientras avanzamos en la historia, en nuestro cerebro se crea una sensación de que “no sabemos algo, un hueco en nuestro conocimiento”, haciendo que el misterio se convierta en algo muy importante y que te motiva a avanzar. Una experiencia que Dubourg sugiere que es mayor en los videojuegos, convirtiéndolos en “una nueva revolución narrativa”, ya que en este tipo de obras de fantasía “la inmersión total es muy reciente” ya que podemos ir controlando al personaje principal, compartiendo además sus decisiones dentro de la historia.
“Que tus acciones tengan su reflejo en tu entorno, como en los videojuegos de mundo abierto (sand-box), explica el boom de las últimas décadas por lo atractivo de estas narrativas”, asegura el investigador.
Una teoría que para terminar, es compartida por Eurídice Cabañes, quien es filósofa de la ciencia y codirectora de la asociación cultural Arsgames, quien indica que “poder probar sin consecuencias en entornos digitales es una forma de aprendizaje”, ya que en los videojuegos podemos tener segundas oportunidades.
“En el momento de tomar decisiones, hay una sensación que se da dentro del videojuego que no se da en otros mundos de ficción, como puede ser el orgullo al vencer. O la culpa por haber elegido mal”, afirmó Cabañes.
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