Los videojuegos siempre han sido un modo de poder alejarse de la realidad cotidiana ya que además de entretenernos, nos sirven para adentrarnos en aventuras fantásticas de las cuales muchas veces nos sentimos parte, junto a una gran comunidad de jugadores. Pero por otro lado, pueden generar claros problemas de adicción, como el de un joven quien a sus 18 años y luego de ser un luchador competitivo, saludable y feliz, pasó tanto tiempo jugando que subió de peso, perdió amigos y dejó de ir a clases.
Una historia que fue contada por el medio New York Post, donde el joven de nombre Logan Visser, quien ahora tiene 29 años, cuenta cómo su adicción a los videojuegos terminó con su carrera en este deporte de lucha, el cual lo había llevado al campus de Rexburg, Idaho, de la Universidad Brigham Young, en la cual además planeaba estudiar negocios
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Echando todo a la borda en cuestión de meses
Un plan que se veía prometedor para él y su familia, pero que luego de comenzar a jugar League of Legends, convirtiendo este pasatiempo en una adicción total, llevó a que su vida se descarrilara. Según cuenta, “Los juegos simplemente tomaron el control. Estaba desperdiciando mi vida por completo. Quería seguir mejorando en esto que ni siquiera importa”.
Durante aquel tiempo, sólo jugaba League of Legends durante la noche, pegado a la pantalla hasta el amanecer, para luego dormir toda la tarde. Incluso iba a donar sangre para ganar unos cuantos dólares, los que gastaba en pizza y gaseosas, para mas tarde sentarse a jugar y luego repetir el proceso de nuevo al día siguiente. En su relato, dice que: “Cuando estás tan metido en eso, solo tienes un montón de vergüenza y es como si el único lugar al que puedes recurrir es volver a lo que está creando todos tus problemas”.
“Veo por qué las generaciones mayores menosprecian a las personas adictas a los juegos. Pero nunca se han enfrentado a algo como esto, donde está literalmente diseñado para mantenerte comprometido y hacer que regreses”, cuenta Visser a The Post.
Algo en lo que no está solo y para lo cual existe ayuda
En la nota de The Post, también cuentan como contraparte la experiencia de Cam Adair, fundador de Game Quitters, el cual es el grupo de apoyo más grande del mundo para la adicción a los videojuegos. Experto quien cuenta que fundó esta organización después de que compartió públicamente su propia historia de adicción, diciendo que a los 17 jugaba más de 16 horas al día. Y la situación se puso tan grave que abandonó la escuela, pasando a tener problemas además con sus padres quienes cuando lo obligaron a conseguir un trabajo, Cam los engañó.
“El juego era realmente un lugar al que sentía que pertenecía, si mis padres intentaban hacer algo al respecto, me escapaba o desaparecía por un par de días y simplemente los aterrorizaba, solo trataba de asustarlos”, indica.
Adicción que pudo dejar de lado dándose cuenta del desastre que tenía en su vida, contando que: “Estaba ganando juegos y sentía que mi personaje estaba progresando en la vida como si estuviera subiendo de nivel. Pero luego el problema fue que cuando apagué el juego y miré mi habitación, era un desastre, y miré mi vida, era un desastre”.
“Llegué a un punto en el que realmente escribí una nota de suicidio, y fue entonces cuando me di cuenta de que necesitaba hacer un cambio. Esa noche le pedí a mi papá que me ayudara a encontrar un consejero. Y fue entonces cuando me di cuenta de que tenía que dejar de jugar”, dijo
Un problema del que salió sumado en una "abstinencia total" con dificultades para dormir, ansiedad y ataques de pánico, pero que ahora con 35 años, y luego de mudarse recientemente a Tailandia, se encuentra dirigiendo Game Quitters a tiempo completo y asesora a familias que luchan contra la adicción a los juegos.
Una historia parecida a la de Logan Visser quien, ahora con 29 años, además de dejar oficialmente su adicción a los videojuegos, formó una familia y se le ve muy feliz, sobre todo con la llegada de su pequeño hijo el que tiene actualmente ocho meses de vida.
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